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Ciencia y Tecnología

Así es el empaque que alarga la vida del lulo

    Se trata de una bandeja plástica recubierta con una película biodegradable, en cuyo interior contiene dos sobres pequeños con materiales que absorben la humedad. Así, este sabroso fruto exótico, que forma parte de la gastronomía tradicional colombiana, duraría hasta 25 días en vez de 7, si se conserva a 12 °C. El diseño se logró mediante modelos matemáticos y se podría adecuar a diferentes condiciones de almacenamiento y a otros frutos y vegetales.

    Aroma, color, sabor y contenido nutricional –en el que sobresalen las vitaminas A, C y el hierro– son algunas razones por las que el lulo (Solanum quitoense), además de gustarles a los colombianos y ecuatorianos, principales productores de esta fruta, también cautiva a europeos, coreano y japonés, principales destinos de las exportaciones.

    En Colombia, el lulo se cultiva en zonas de gran altura como el altiplano cundiboyacense; por ser un alimento con alto contenido de agua, sufre grandes pérdidas en el proceso de comercialización, ya que se descompone muy rápido. Precisamente las condiciones de humedad en su almacenamiento favorecen la aparición de hongos que limitan su llegada al consumidor final.

    Hugo Javier Escobar Pina, magíster en Ciencia y Tecnología de Alimentos de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), explica que “cuando se almacenan frutas frescas en empaques de plástico convencionales, estos tienden a humedecerse, y como tienen poca permeabilidad, se favorecen las condiciones de deterioro”. Con el apoyo del profesor Diego Alberto Castellanos, de la Facultad de Ciencias Agrarias, el magíster diseñó la alternativa novedosa a este problema.

    Su bandeja está compuesta de tereftalato de polietileno, un plástico firme y sólido, y está recubierta por una película de ácido poliláctico biodegradable que se obtiene a partir de almidones naturales y que la hacen permeable al vapor. Además, la rigidez del empaque protege los lulos de los daños que pueden sufrir al transportarlos o manipularlos.

    El magíster también creó sachets, unas bolsas pequeñas y herméticas que contienen limadura de hierro y poliacrilato de sodio (PAS), ambos en polvo, que ayudan a remover el oxígeno y la humedad dentro del empaque.

    Tecnología como aliada

    En el desarrollo de este empaque se usaron modelos matemáticos y cinéticos de respiración, que se incluyeron en un sistema computacional con parámetros como temperatura, humedad, permeabilidad de la película, volumen del empaque y cantidad de frutos, con lo cual se logró un producto que se puede modificar según dichas variables y del uso que se le quiera dar.

    “Existe un punto óptimo del empaque para cada fruta en particular, así que se deben tener en cuenta el tipo y las condiciones en que se encuentra, lo que permite ajustarlo fácilmente a las necesidades de los fruver o tiendas de cadena, por ejemplo”, señala el experto.

    El diseño de la bandeja se logró después de determinar en laboratorio la dinámica de absorción de humedad y de oxígeno de los materiales utilizados, y de caracterizar la respiración de los frutos, sometiendo los lulos a diferentes temperaturas de refrigeración, así: a 12 °C, condición típica comercial, a 23 °C, temperatura ambiente promedio bajo condiciones tropicales, y 5 °C, condición ideal de refrigeración.

    Se espera que con pruebas adicionales el empaque esté disponible para su comercialización y así beneficiar al mercado de alimentos colombiano.