El departamento de Arauca está dividido en dos grandes unidades fisiográficas diferenciadas: la región del piedemonte llanero de la cordillera Oriental y la zona de sabana. Su economía se construyó en torno a las actividades agrícolas, ganaderas y comerciales, derivadas de las necesidades de abastecimiento de sus pobladores y heredadas de un largo y vigoroso proceso de colonización de la zona del Sarare.
Desde finales de los años setenta y comienzos de los ochenta, la intendencia de Arauca adquirió importancia por la exploración y explotación de los yacimientos petroleros de Caño Limón. Esta actividad introdujo nuevas lógicas de conflictividad y dio origen a una corriente migratoria que aceleró el crecimiento de la población, la pobreza y la marginalidad, producto de la incapacidad institucional para responder a las demandas de las necesidades básicas de existencia.
Se parte de la premisa de que el origen del conflicto en Arauca se debe al abandono y marginalidad en que el Estado mantuvo durante años a los llamados territorios nacionales, de los cuales hacía parte la intendencia de Arauca. Esto originó un crecimiento social y político autónomo.
La construcción de la carretera entre Pamplona y Arauca, en 1923, dio inicio a la inmigración espontánea que se extendió hasta 1956, en un proceso llamado "colonización dirigida del Sarare", adelantado por la Caja Agraria de Santander, entre 1956 y 1964. A este proceso, le siguió otra llegada de familias, impulsada por el incora (Instituto Colombiano de la Reforma Agraria), entre 1965 y 1971.
La dinámica colonizadora impulsó movilizaciones a favor de mejores condiciones de vida para los colonos y campesinos, en cuanto a salud, educación, servicios públicos y viales, y condujo a los paros cívicos del Sarare a finales de los setenta y comienzos de los ochenta. Bajo este panorama, la recién creada ANUC (Asociación nacional de Usuarios Campesinos) alcanzó su mayor fuerza y proyección regional.
No obstante, los acuerdos a los que se llegó con el Estado nunca se cumplieron, lo que provocó mayor inconformidad, conflictos y oleadas de represión contra líderes y pobladores.
El boom petrolero
En 1982, tras labores de exploración y explotación, llegó la economía petrolera que atrajo nuevos actores, entre ellos los grupos armados insurgentes y las transnacionales petroleras. Los recursos de regalías desplazaron la actividad agrícola, despertaron nuevas expectativas y llenaron de conflictos, violencia y corrupción el territorio araucano.
La bonanza petrolera significó mayor flujo de población y mayor demanda de atención estatal, algo que aumentó el inconformismo social. Además, los grupos insurgentes se fortalecieron con las contribuciones de las compañías transnacionales, en particular, las que realizaron el oleoducto Caño Limon " Coveñas.
Conflicto armado
A inicios de los ochenta, aparecieron las estructuras de las Farc con los frentes 10 y 45 y surgió el Frente Domingo Laín Sáenz del ELN, grupos que desarrollarían en las siguientes décadas una profunda confrontación contra la institucionalidad de la fuerza pública y una guerra entre guerrillas en la disputa por el territorio y sus recursos. Para entonces, el conflicto no giró en torno a la propiedad de la tierra, sino alrededor del control político e ideológico.
El origen del frente Domingo Laín es diferente al de otras estructuras del ELN, pues es el resultado de las luchas campesinas articuladas a la anuc, por el incumplimiento de los acuerdos de los paros cívicos y el desarrollo de procesos represivos contra la población por parte de la fuerza pública. La presencia de las FARC corresponde con el impulso de la estrategia de copar este territorial desde finales de los años setenta.
La inexistencia de una clase política capaz y una marcada práctica de corrupción institucional dirigida hacia el enriquecimiento personal son algunos de los lastres que ha afrontado la sociedad araucana. Las élites políticas, militantes de los partidos tradicionales y de sus desagregaciones, vivieron durante mucho tiempo de figuras locales que dominaron por años el escenario político y que se transformaron y desaparecieron cuando el conflicto armado comenzó a capturar las lógicas de administración y a someter programas y presupuestos.
La contratación se volvió el blanco de prácticas de corrupción y los contratistas, los instrumentos atados por la fuerza de las circunstancias. Los recursos provenientes de regalías desaparecieron, no sin dejar obras pretexto de corrupción y una creciente pobreza y marginalidad, en medio de un escalamiento del conflicto social y armado que consumió la vida de centenares de inocentes, entre ellos, la de monseñor Jesús Emilio Jaramillo Monsalve.
La fuerza pública y los derechos humanos
La población de Arauca se acostumbró a obedecer varios regímenes de autoridad y a desconfiar de la fuerza pública que, mientras el conflicto se desarrollaba, tuvo que enfrentar un orden público pesado e inseguro que la llevó a utilizar mecanismos represivos, en ocasiones ilegales y, sobre todo, violatorios de los derechos humanos.
Así, brotaron episodios de muerte, violaciones, utilización indebida de espacios públicos en el desarrollo de la guerra, involucramiento de la población, retenciones arbitrarias e ilegales, retenes, decomisos, amenazas, hostigamientos y bombardeos, entre otras acciones que comprometieron las relaciones con la población civil, a veces, en connivencia con fuerzas paramilitares.
Resulta inevitable señalar el elevado costo en vidas que han pagado las fuerzas militares, la guerrilla y las organizaciones, en esta absurda guerra para garantizar la producción petrolera y lo que ello representa para la economía local y nacional.
La presencia del narcotráfico recrudeció la violencia y la irrupción del paramilitarismo en Arauca; además, disparó los recursos para alimentar el conflicto y una creciente crisis humanitaria resultante de las pugnas entre las partes.
La situación se agudizó con la seguridad democrática del entonces presidente Álvaro Uribe, debido al incremento del paramilitarismo agenciado por el entonces gobernador Julio Acosta Bernal. Este funcionario hoy se encuentra preso por los crímenes cometidos durante su administración y sus alianzas con Miguel Ángel Mejía Múnera, alias "El Mellizo", jefe del Bloque Vencedores de Arauca, pero sobre todo, por la muerte del registrador Juan Alejandro Plazas Lomónaco, uno de los más queridos y respetados ciudadanos de Arauca.
Sin ser un fenómeno de grandes proporciones, el narcotráfico llegó a jugar un papel importante en el desarrollo de las economías de guerra y la expansión del fenómeno paramilitar en Arauca, que descargó toda su acción criminal contra la población. Entretanto, los líderes locales terminaron en las cárceles o en condición de desplazados a otros departamentos.