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Medioambiente

Aprovechamiento productivo del sargazo en papel y fertilizantes orgánicos

    Cada año el sargazo, una alga marina marrón y viscosa, viaja desde las costas de África hasta el golfo de México afectando a las islas del Caribe, y el Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina no es la excepción. Su presencia descontrolada afecta el turismo y la pesca, ya que, por ejemplo, dificulta la navegación. Por ahora lo que se hace con ellas es recogerlas y disponerlas en un botadero o enterrarlas en la arena. Sin embargo, el aprovechamiento de su biomasa surge como una alternativa productiva para el país.

    Según un informe del Optical Oceanography Lab de la Universidad de Florida, en 2022 los países caribeños registraron la llegada de más de 24 millones de toneladas de sargazo a sus playas, la cifra más alta desde 2011, cuando se empezó a observar la llegada masiva de esta alga, que aunque es importante para el hábitat de diversas especies, se ha convertido en un dolor de cabeza para las autoridades ambientales y las comunidades costeras.

    En el marco del plan del Gobierno colombiano, uno de cuyos propósitos es “Fortalecer la gestión de riesgo de desastre, incrementando el conocimiento, la capacidad de preparación y respuesta frente a eventos extremos climáticos, que contribuyan a la seguridad humana y a la preservación de la base ambiental marina del Departamento Archipiélago”, la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Caribe ganó un proyecto de regalías que le permitirá estudiar el sargazo con miras a hacer un aprovechamiento de sus propiedades.

    La bióloga Brigitte Gavio, especialista en algas marinas y docente de la UNAL Sede Bogotá, lidera el proyecto que busca desarrollar papel y fertilizantes orgánicos a partir del sargazo. “La idea es que todo el proceso sea viable desde un punto de vista económico, que en el tiempo se pueda explotar y hacer un desarrollo de producto”, afirma la investigadora.

    Proceso de elaboración del papel

    Para estudiar y analizar las algas, la especialista las ha almacenado en dos formas: secas y congeladas, para evaluar cuál de estas es mejor para el primer propósito, que es elaborar papel. Estas se lavan para retirarles los residuos de arena y otros elementos; luego se blanquean, ya que son de color fuerte y oscuro.

    “Estamos haciendo diferentes ensayos para blanquearlas sin usar tanto cloro, pues aunque industrialmente se usa este químico, resulta muy tóxico; estamos tratando de usar agua oxigenada y haciendo diferentes ensayos para determinar si el blanqueamiento es necesario”, explica la bióloga.

    Después el material se muele, para lo cual también se están probando distintas maneras para evaluar cuál es la más efectiva, ya sea en seco, remojada o cocinada. Concluido este proceso, se mezcla con agua, etapa en la que se forma el papel.

    “Por ahora la hoja nos está saliendo gruesita, pues todavía no tenemos los equipos necesarios para hacerla más delgada, aunque sí tenemos la prensa para secarlas y alisarlas; es un proceso relativamente artesanal, pero si funciona, la idea es que se vuelva semiindustrial”, agrega.

    El propósito es establecer un protocolo claro, hacer un análisis de los costos, establecer si es viable desde un punto de vista económico y montar un procedimiento para que la comunidad raizal de las islas pueda emprender.

    Para elaborar los fertilizantes, otro de los productos que se espera desarrollar, la especialista indica que “aún no empezamos los estudios, pues estos se deben hacer en San Andrés, ya que la descomposición de las algas se debe realizar in situ, o de lo contrario todo cambiaría”.