Escudo de la República de Colombia Escudo de la República de Colombia
/Apertura económica afectó agrobiodiversidad alimentaria en Pasto
Desarrollo Rural

Apertura económica afectó agrobiodiversidad alimentaria en Pasto

    Cultivos de trigo y cebada, que además de ser tradicionales proveían una parte importante del aporte nutricional en Pasto, dejaron de sembrarse porque perdieron rentabilidad frente a los productos importados gracias a la apertura económica de la década de 1990; algo similar ocurrió con los alimentos tradicionales como ocas, nabos, ollucos, calabaza, frijol y habas, que han sido reemplazados por el arroz.

    El insuficiente reconocimiento que se tiene del valor del campesinado en Pasto (Nariño), y de forma general en Colombia, ha influido en su escaso poder de decisión con respecto a la diversidad productiva del país y en su soberanía alimentaria, en especial tras la apertura económica de los años noventa, que trajo consigo la política agraria neoliberal.

    En su trabajo de investigación, Juliana Giselle Sabogal Aguilar, doctora en Agroecología de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira, evaluó la disminución en cultivos tradicionales ligados a la industria, como trigo, cebada y fique, los cuales dejaron de ser rentables.

    También indagó sobre la reducción en la producción de alimentos tradicionales como maíz, trigo, cebada, ocas, nabos, ollucos, calabaza, frijol y habas, cuyo consumo fue reemplazado por el de arroz.

    En su reemplazo, los esfuerzos por sembrar la tierra se han concentrado en papa y hortalizas en monocultivo, y en la producción de leche. Aun así, los campesinos siguen proveyendo alrededor del 70 % de los alimentos que se consumen en el país, proporción que se mantiene a escala mundial.

    “El impacto más importante identificado fue la pérdida de agrobiodiversidad alimentaria en Pasto”, anota la agroecóloga Sabogal, y agrega que la política agraria neoliberal impuso tres medidas: descentralización del sector agrario, reducción del Estado y apertura económica, siendo esta última la que más afectó al campesinado y por ende la seguridad alimentaria de los colombianos.

    Según la experta, “los agricultores debieron producir más barato para entrar a competir con la masiva importación de alimentos a precios muy bajos que empezaron a llegar de otras partes del mundo. La apertura generalizada de fronteras dio paso a que el mismo mercado regule e imponga lo que se consume en el mundo”.

    Antes y después de la apertura económica

    El municipio de Pasto fue escogido para la investigación por la evidente trasformación del paisaje productivo tras la apertura económica. Para ello se tuvieron en cuenta dos aspectos: el impacto de la política agraria neoliberal y las dinámicas de resistencia frente a estas transformaciones.

    La investigadora adelantó una valoración cuantitativa, en la que escogió las zonas de Gualmatán, El Encano y Santa Bárbara en Pasto, un corregimiento representativo y, apoyada en la base en datos del Censo Nacional Agropecuario, tomó una muestra representativa para la aplicación de encuestas que buscaron indagar las formas de producción, organización e identificar los cambios en lo que se producía y consumía antes y después de la apertura económica.

    Para describir la dinámica de resistencia se hizo una identificación y seguimiento al movimiento agroecológico que existe en Nariño, buena parte de ellos vinculados a la Minga Agroecológica al Sur, esto con el objetivo de recopilar los procesos de los movimientos locales que se han dado en la región. Además, contó con el apoyo del Grupo de Investigación en Agroecología de la UNAL Sede Palmira y el de Estudios Rurales y Soberanía Alimentaria de la Sede Bogotá.

    También se elaboró una cartografía social para ubicar geográficamente la transformación de las dinámicas agropecuarias en la región.

    “Se encontró que la población que habita el campo mantiene un fuerte vínculo con la actividad agropecuaria donde, por ejemplo, en Santa Bárbara el 75 % de las familias campesinas se dedica exclusivamente a esta actividad, mientras que en el Encano lo hace el 70 % y en Gualmatán un 30 %”.

    En la investigación también se evidenció el creciente desinterés de las nuevas generaciones por continuar trabajando en el campo, orientándose laboralmente a otros oficios como la construcción y el servicio doméstico, entre otros, situación que ha provocado un deterioro en el relevo generacional del campesinado.

    El trabajo contó con la dirección de la profesora Marina Sánchez de Prager y la codirección del profesor Fabio Alberto Pachón. El apoyo financiero y académico fue otorgado por el Centro de Estudios Interdisciplinarios Básicos y Aplicados (Ceiba) y del Programa de Apoyo a la Formación Doctoral del Convenio entre el Instituto de Estudios Ambientales (IDEA-UNAL) y el Centro de Estudios para el Desarrollo de la Universidad de Bonn (ZEF-Bonn) en Alemania.