Así lo explicó Juan M. Posada, PhD en ecofisiología vegetal y docente de la Facultad de Ciencias Naturales y Matemáticas de la Universidad del Rosario, quien dijo que las plantas necesitan varios recursos para su crecimiento, supervivencia y reproducción, pero que ello implica a la planta trabajo y costos, como construir raíces para capturar minerales y hojas para obtener luz.
Los modelos funcionales y estructurales fueron aplicados inicialmente en especies como ficus y castilla elástica en bosques de tierra baja en Panamá. "Se identificó que las plantas se construyen a sí mismas y se confirmó que las hojas de las plantas varían en su forma y fisiología según el medio que las rodea y la luz que reciben", expresó el invitado a la franja Jueves de la Biodiversidad.
Asimismo, agrega que la eficiencia con la que las plantas reciben la luz es clave para determinar que existe coordinación en esta y que el ángulo de inclinación de las hojas desempeña un papel importante para aprovechar esa la luz, con la cual se hacen diferentes pues "todas las hojas de una planta son distintas", señaló Posada.
"El ángulo de inclinación de la hoja no es al azar, es particular, lo que nos indica que empezamos a entender cómo se organiza la planta. Cuando hay poca luz la hoja se inclina para buscarla, pero cuando hay mucha, la evita", aseveró el docente explicando que ese es, entre otros, uno de los costos e inversión de energía que requieren las plantas.
Identificando este proceso en las hojas de las plantas se puede llevar o extrapolar a todo un bosque y predecir lo que sucede en un ecosistema.
"Estamos tratando de entender el principio que controla la organización de una planta y extrapolar la información para brindarle una herramienta a quienes trabajan en modelos de cambio climático", dijo el académico.
La vegetación tiene un papel muy importante en el cambio climático porque el proceso de fotosíntesis toma C02 de la atmósfera y luego lo fija en la biomasa de los árboles, las raíces y los suelos.