Alerta en Volcán del Ruiz es de bajo riesgo, pero no se debe subestimar
Por ahora, el mayor impacto de las emisiones de ceniza radica en la salud de las personas que habitan en sus alrededores, quienes pueden padecer bronquitis y molestias en los ojos, entre otros malestares.
“Si se llegara a presentar una emisión continua de gases y cenizas se podrían contaminar las aguas de las quebradas y los ríos, además de exacerbarse las enfermedades crónicas y cardiopulmonares existentes, entre otras”, explica el profesor Gonzalo Duque Escobar, de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Manizales, quien desde 1983 ha realizado estudios sobre este volcán.
Señala además que “el actual Ruiz es un volcán activo en estado encendido que se caracteriza por presentar emisiones de por décadas: es un estado característico que, a diferencia del Galeras, lo típico es que se demoren decenas de años en inactividad”.
Las características especiales del Ruiz en los últimos 11.000 años es ese tipo de actividad, en la cual lo natural es que se presente una erupción de 1 km3 cada siglo aproximadamente. Este volcán está encendido y activo desde 1985, pero para que vuelva a suceder una erupción pueden pasar de 40 o 50 años, como ocurrió en 1595.
El volcán ha sido muy bien estudiado y eficientemente vigilado por el SGC (antes Ingeominas), cuyos expertos han trabajado en temas que se relacionan con el monitoreo volcánico, y los mapas de amenaza del Ruiz y de otros volcanes del país se ha revisado y actualizado.
“Como el magma es de coeficiente explosivo bajo, si tuviera una erupción importante esta sería en forma de pluma eruptiva vertical y no de colapso como lo harían el Machín o Cerro Bravo; entonces el área amenazada se limitaría a los primeros 5, máximo 10 km, además de los flujos de lodo que llegarían al Cauca y Magdalena por su drenaje”.
En caso de presentarse esta eventualidad, los flujos piroclásticos podrían llegar a algunas localidades en el acceso al Parque Nacional de los Nevados, pero no a municipios como Murillo o Manizales”, explica el experto.
Tanto en los últimos años como en las últimas semanas, su actividad volcánica se ha caracterizado por pequeñas erupciones freáticas y no magmáticas, con emisiones de gases y ceniza, que afectan las áreas próximas del volcán y cuya mayor extensión depende de la dirección del viento en el momento en el que ocurra. El que las erupciones no sean magmáticas explica la ausencia de flujos de lodo.
Por su parte el profesor Omar Agudelo, director del Centro de Estudios para la Prevención de Desastres (Ceprevé) de la UNAL, indicó que “el riesgo se asume en un proceso que va desde la previsión, las acciones de prevención, la mitigación, la preparación para una respuesta (alertas previas, alertas tempranas y alarmas) y la posterior al desastre, llamada de recuperación (rehabilitación y reconstrucción)”.
Los desastres son el producto de la relación directa entre las amenazas naturales (geológicas, meteorológicas, ambientales y climáticas, biológicas y astrofísicas) y las generadas por acción humana (antrópicas), que pueden ser ambientales, tecnológicas, biosanitarias, socioorganizativas y normativas.
En Colombia, la Ley 1523 de 2012 establece el Sistema Nacional de Riesgos, el cual protege tanto al sector privado como al público, y especialmente al comunitario. La gestión de riesgos abarca la previsión y la prevención, e incluso la reconstrucción posterior a un desastre, y se centra en el proceso social, político, administrativo, técnico y tecnológico que quiere modificar las condiciones del riesgo.
Entre las investigaciones más relevantes de la UNAL al respecto están el desarrollo de un prototipo de software que agilizaría en un 80 % la clasificación de la actividad sísmica y que permitiría rastrear el territorio e identificar la magnitud y ubicación de los movimientos telúricos.
La implementación de este software, desarrollado con geólogos del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Manizales (OVSM), sería útil en los días de mayor actividad del Nevado del Ruiz, cuando se registran más de 1.000 sismos.
El profesor Duque destaca un trabajo realizado por la Universidad en 1985, cuando desarrolló el sistema de monitoreo geoquímico de los fluidos volcánicos, basado en la teoría de que el carbono es más volátil con respecto al azufre y este con relación al cloro, y esta menor que la del hidrógeno. “Con el sistema, que monitorea la pluma eruptiva del volcán de los gases se puede inferir si el magma está ascendiendo para poder avanzar a un proceso eruptivo efectivamente si está saliendo CO o CO2”.
En 1995 se analizó la erupción del 13 de noviembre de 1985, examinando las propiedades atmosféricas previas al paroxismo, y se encontró que los efectos que se ocasionaron en la humedad y acidez del aire por presencia de gases azufrados comenzaron desde el día anterior. “Esta información hubiera sido importante para un pronóstico anticipado del desastre de Armero”, precisa el docente de la UNAL.