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Desarrollo Rural

Agroecología, aliada en recuperación de fincas campesinas afectadas por el clima en La Guajira

    El aumento de la temperatura y la disminución de las lluvias en este departamento han afectado tanto la disponibilidad de agua como la producción de alimentos y el bienestar de las comunidades. Sin embargo, desde hace más de tres años los campesinos han aplicado prácticas agroecológicas como usar el estiércol de los chivos para fertilizar los suelos y rotar los cultivos, entre otras, mediante las cuales mejoraron la productividad agrícola y le hicieron frente al cambio climático.

    Los desafíos climáticos que enfrenta La Guajira –con temperaturas superiores a 30 oC y fuertes vientos– han puesto en riesgo la biodiversidad y la seguridad alimentaria de los ecosistemas y de las comunidades campesinas, indígenas y afro que habitan en el extremo norte de Colombia.

    Aunque La Guajira es reconocida por la belleza de sus paisajes y su diversidad étnica y cultural, también tristemente por ser una región de tierras áridas y suelos arenosos que dificultan los cultivos, y en donde el acceso al agua es limitado y su calidad deficiente.

    En 2018 la ingeniera agrónoma Brenda Patricia Aguirre Cuéllar, estudiante de la Maestría en Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira, junto con la Corporación Semillas de Agua, implementó y evaluó prácticas de agricultura de conservación para recuperar el suelo y mitigar en alguna medida los efectos negativos del cambio climático, trabajo que adelantó con 15 familias (unas 30 personas) en la cuenca del río Camarones, en la Media Guajira.

    Según el estudio, el promedio de lluvias en la zona disminuirá en un 50 %, afectando dramáticamente las posibilidades de cultivos en el primer semestre del año, época tradicional de siembras, ya que el segundo es más seco: de 885 mm se pasará a 388 mm de lluvia al año.

    “Este panorama es más negativo en la medida en que la evaporación del agua del suelo se acentúe por el incremento de la temperatura, que será de unos 2,5 oC más, y en razón a los fuertes vientos típicos de este ecosistema”, menciona.

    Por lo tanto, es urgente maximizar la permanencia del agua en el suelo, proveer de coberturas los cultivos para evitar mayores tasas de evaporación del agua, y lograr protección contra el viento.

    De la mano con las comunidades

    La cuenca del río Camarones nace a 1.200 msnm, en las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta; abarca el municipio de Riohacha con 7 corregimientos: Matitas, Tomarrazón, Barbacoas, Galán, Arroyo, Arena y Camarones, y desemboca en la laguna costera del Santuario de Flora y Fauna Los Flamencos.

    Las comunidades de esta zona demostraron que, a partir del uso de coberturas muertas (materia orgánica sobre el suelo) y de abonar con estiércol de chivos, se mejora y mantiene la producción de cultivos de maíz, papaya, yuca y ají.

    El estiércol de los chivos hace un aporte energético y nutricional indispensable para el mantenimiento y la fertilidad de los suelos, incluso en condiciones climáticas adversas, ya que mejora la disponibilidad de nutrientes y la retención de agua, factores clave para la productividad agrícola.

    Además, en cada parcela se implementó el uso de corrales itinerantes para chivos, pues se halló que estos espacios generan condiciones excepcionales para la producción, ya que el aporte de materia orgánica de estos animales genera condiciones de fertilidad de muy alto valor. Del mismo modo, con proyectos de apicultura promovieron la polinización y sensibilizaron sobre la importancia de las abejas en la producción de alimentos y los efectos fatales de utilizar agroquímicos.

    En proyectos de gallinas ponedoras, pollos y cerdos, las familias sustituyeron hasta el 40 % del alimento industrial por productos locales como ahuyama, yuca, maíz, hojas de morera, botón de oro y yuca, con lo que redujeron los costos en concentrados. También diversificaron la dieta de chivos y vacas, dando un manejo más sano a esta ganadería, lo que permitió aumentar la economía de los hogares.

    Así mismo, por el relacionamiento que se fomentó entre las comunidades con el intercambio de productos, semillas y conocimientos, se implementó un proyecto de mejoramiento de las condiciones de vida, mediante un Mecanismo de Retribución por Beneficios Ambientales apoyado por la agencia Suiza de Cooperación Caritas, que fue presentado a la Corporación Regional de La Guajira como propuesta regional de compensaciones por el buen manejo ecosistémico.

    La metodología contempló la aplicación de una herramienta participativa de análisis de impacto del cambio climático con las comunidades locales, con la que lograron identificar los principales recursos afectados, como el agua, los suelos y los cultivos, y evaluar los impactos de fenómenos climáticos como sequías, lluvias torrenciales y vientos fuertes.

    Para las mediciones se utilizaron indicadores de agricultura de conservación desarrollados por Semillas de Agua para analizar la salud ecosistémica, a través de parámetros como fertilidad del suelo, regulación del agua, biodiversidad y autorregulación lumínica y térmica, los cuales fueron validados y aplicados en diferentes momentos con la comunidad, ya que ofrecen una forma sencilla, ágil y económica de evaluar los sistemas agropecuarios.