Además de garantizar el acceso a alimentos sanos y frescos, las ecohuertas mejoran la salud mental
Una de las participantes del Encuentro, Adriana Llanos Escobar, líder de la Asociación Productora y Distribuidora de Material Verde (Asopromaver), la cual reúne a 12 productores campesinos del corregimiento La Castilla, en Cali, dijo que “cuando uno cultiva y observa cómo van creciendo las plantitas, esto genera un sentimiento de logro y satisfacción. Desde que empecé con la ecohuerta he conocido muchísima gente, es increíble el movimiento social que se me ha presentado en la vida”.
Dentro de su emprendimiento agrícola y forestal Wiñacheq –en donde siembran plantas aromáticas y condimentarias, producen abonos orgánicos y comercializan árboles nativos– ella ha evidenciado que lo más importante ha sido la conexión social: “las ecohuertas son espacios comunitarios en donde la gente se reúne para compartir conocimientos, crear vínculos e intercambiar alimentos y semillas, por lo que sirve para combatir la soledad y fortalecer las redes de apoyo”.
Por su parte el agricultor Carlos Mambuscay, director de la Asociación de Productores de Plantas Aromáticas, Medicinales y Condimentarias (Asoherbal), que agrupa a más de 80 familias en el corregimiento de Yumbillo (zona rural de Yumbo, Valle del Cauca), manifestó que “saber que se van a cosechar productos sanos y frescos genera una satisfacción grande para las personas que forman parte de este proceso”.
“Las plantas son seres vivos que también sienten y escuchan, entonces el hecho de que uno llegue con buena actitud al cultivo para hacerles el mantenimiento y la limpieza redundará en tener unas cosechas muy buenas”, señaló.
Sus percepciones no se alejan de experiencias como la adelantada en Bogotá en 2017 por la Unidad de Salud Mental La Estrella, de la Subred Integrada de Servicios de Salud Sur ESE, donde un cultivo de plantas aromáticas, ornamentales y de algunas hortalizas se convirtió en una terapia alternativa para 10 mujeres y 9 hombres diagnosticados con esquizofrenia, trastornos bipolares y depresión; mediante esta alternativa se pretendió que ellos se sintieran más funcionales en sus quehaceres y fueran productivos.
Otros estudios realizados en Colombia, España y Chile han revelado que actividades como la jardinería y los huertos caseros facilitan el intercambio de conocimientos y experiencias, y además ofrecen una plataforma para la interacción social positiva, que es fundamental para la salud mental y emocional.
A diferencia de las huertas tradicionales, cuyo enfoque principal suele ser la producción agronómica y el acceso a los alimentos, las ecohuertas promueven aún más las prácticas sostenibles como la agroecología y el uso de abonos orgánicos, no usan agroquímicos, preservan la memoria biocultural de las plantas ancestrales e integran saberes milenarios y modernos en torno a la tierra, el agua y las semillas.
“La UNAL se ha venido articulando en función de los Acuerdos de Paz. La mayoría de los ecohuerteros son campesinos que huyeron de sus territorios y hoy trabajan en proyectos de agricultura urbana y en la recuperación de la biodiversidad”, informó el profesor José Manuel Peláez, director de la Escuela Agrobiológica de la UNAL Sede Palmira.
El docente destaca que “las prácticas agro-biológicas implementadas en las ecohuertas fomentan el uso racional del agua y el suelo, integran saberes gastronómicos y culturales, y promueven mercados solidarios que conectan al campesinado con las zonas urbanas”.
Entre tanto Beatriz Orozco, subsecretaria de Ambiente de la Gobernación del Valle del Cauca, señaló que “el objetivo de los encuentros es consolidar la Red de Ecohuerteros. En esta plataforma colaborativa buscamos poner a su servicio la oferta institucional pública y privada en mercadeo y certificación, entre otros temas, por eso hicimos este enlace con la UNAL, porque es la Universidad pionera en el país con la Escuela Agrobiológica”.
La expansión de las ecohuertas desde la UNAL como modelo comunitario representa una oportunidad para enfrentar el cambio climático, la inseguridad alimentaria y la fragmentación social.
Según anunció el profesor Alejandro Pérez y Soto Domínguez, director del Departamento de Ciencias Agrícolas y codirector de la Escuela Agrobiológica de la UNAL Sede Palmira, “estamos generando un proceso de extensión a gran escala en el sentido amplio de la palabra, es decir, estamos llevando la Universidad al campo. Proyectamos capacitaciones en técnicas agrícolas, manejo de residuos y otras propuestas de agricultura popular”.
Para finalizar, el profesor Juan Carlos Osorio, de la UNAL Sede Palmira, recomendó que “lo ideal es integrar y alternar el sistema productivo y evitar tener un solo cultivo, por ejemplo, si van a sembrar tomates pueden hacerlo con plantas repelentes de plagas como las aromáticas, o si siembran leguminosas fijarán el nitrógeno en el suelo”. En el Encuentro de la Red de Ecohuerteros, el académico ofreció una conferencista sobre biofábricas, centros comunitarios donde se producen nutrientes para la tierra y las plantas, además de controladores que mantienen el cultivo sano y con baja incidencia de plagas, y le permiten al productor prescindir del uso de pesticidas tóxicos y de la compra continua de abonos y plaguicidas.
El IV Encuentro de la Red de Ecohuerteros, organizado por la Gobernación del Valle del Cauca y realizado en la UNAL Sede Palmira, congregó a más de 130 ecohuerteros de los 210 registrados en el departamento, además de los estudiantes de los colectivos Agricultura Popular y Siembra que participaron de la jornada académica.