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Educación

Acercar las matemáticas a la realidad mejora la comprensión de los estudiantes

    Los estudiantes de secundaria de zonas rurales tendrían dificultad para calcular magnitudes y cantidades y para utilizar los sistemas de medidas en la vida cotidiana. Una investigación realizada por la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Manizales evidenció que estas habilidades, que corresponden al pensamiento métrico, se desarrollan con mayor facilidad a través de métodos de enseñanza basados en situaciones reales y cercanas a los estudiantes.

    Con un enfoque práctico en esta área de las matemáticas, el 80 % de los estudiantes que recibieron la intervención mejoraron satisfactoriamente en los procesos y subprocesos relacionados con el pensamiento métrico aplicados en la investigación.

    El estudio fue desarrollado por Carlos Guillermo Hernández Contreras, estudiante de la Maestría en Enseñanza de las Ciencias Exactas y Naturales, en un aula multigrado que incluye estudiantes desde 6° hasta 11°, aunque el estudio se centró en los de 8° y 9°, de la Institución Educativa rural La Arenosa, ubicada en el municipio del Bagre (Antioquia).

    Un total de 48 estudiantes participaron en los talleres de diagnóstico, para evaluar sus habilidades del pensamiento métrico, intervención para aplicar el modelo de enseñanza propuesto y final, para determinar los resultados.

    ¿Qué se puede medir?

    “En el taller diagnóstico se evaluó cómo los estudiantes estiman medidas y comprenden magnitudes analizando su capacidad para comparar datos, argumentar estimaciones y aplicar una perspectiva crítica en contextos como el costo del petróleo, su impacto ambiental y el uso del fracturado (fracking), explica el investigador.

    El 58,33 % no consideró el contexto local al estimar medidas, lo que llevó a respuestas muy generales. Solo el 41,66 % usó datos internacionales, como el precio global del petróleo, para apoyar sus respuestas, y el 16,66 % simplemente copió información de internet sin analizarla.

    En cuanto a medir magnitudes, el 66,66 % confundió la diferencia entre un barril y un litro de petróleo, pero el 33,33 % mostró una buena comprensión al estimar el tamaño del barril. También, el 66,33 % no entendió que la capacidad de un líquido no cambia, aunque se transfiera a diferentes recipientes.

    Finalmente, el 16,66 % no respondió por falta de comprensión, mientras que el 25 % hizo buenas interpretaciones sobre el impacto medioambiental de las medidas. Hubo variabilidad en la habilidad de los estudiantes para aplicar el pensamiento métrico, algunos enfrentaron dificultades y otros demostraron una buena comprensión y crítica.

    Acercar las matemáticas

    “En el segundo taller se abordó la ergonomía y su impacto en la salud laboral. Los estudiantes analizaron la importancia de las unidades de medida estandarizadas en el diseño de espacios de trabajo y reflexionaron sobre cómo los ajustes ergonómicos pueden prevenir problemas de salud relacionados con la postura y el tiempo de trabajo”, sostuvo el magíster Hernández.

    En la estimación de medidas, el 28,5 % utilizó datos sobre ángulos y longitud, aunque no optimizó el proceso de medición. El 21,4 % se limitó a describir la postura sin medidas precisas, mientras que el 42,85 % proporcionó recomendaciones generales sobre efectos de una postura prolongada.

    En el acercamiento comprensivo sobre magnitud, el 92,85 % entendió las consecuencias de una mala postura y realizó cálculos detallados, aunque algunos no reflexionaron sobre la aplicabilidad universal de las medidas. Finalmente, en la perspectiva crítica, el 92,8 % reflexionó sobre la importancia de una postura adecuada y mostró un buen entendimiento de la ergonomía, mientras que un 7,14 % no participó.

    Comprender las mediciones

    “En el taller final se evaluó cómo los estudiantes comprendían el índice de masa corporal (IMC) y su uso para determinar la condición física. Se enfocó en la interpretación de la gráfica del IMC, su relevancia en el contexto colombiano y las posibles consecuencias de un diagnóstico erróneo”, puntualizó.

    Solo el 20 % de los estudiantes usaron correctamente el proceso de estimación y selección de unidades de medida, como el cálculo del IMC. Aproximadamente el 46,66 % realizaron comparaciones entre datos sin cálculos precisos, mientras que el 42,8 % utilizaron gráficos para argumentar sobre su estado físico, aunque el 7,4 % reconoció estar en riesgo de sobrepeso. En la perspectiva crítica, el 71,4 % comprendió la relación entre el IMC y la salud, y el 92,8 % entendió cómo la asignación numérica puede reflejar su condición física, mostrando una adecuada aplicación y comprensión de las medidas utilizadas.

    Las aulas multigrado, comunes en zonas remotas con pocos estudiantes, ofrecen varias ventajas como educación asequible, atención personalizada y desarrollo de habilidades sociales al permitir la colaboración entre diferentes edades. Además, optimizan recursos educativos limitados. Sin embargo, presentan desafíos como una alta carga de trabajo para los maestros, dificultad en mantener el interés de estudiantes de distintos niveles, y posibles desigualdades en acceso a recursos educativos, lo que puede afectar la calidad de la enseñanza.

    En Colombia, unas 17.000 escuelas rurales utilizan aulas multigrado, en las que un solo maestro enseña a varios grados simultáneamente, especialmente en áreas con baja matrícula y difícil acceso. En el municipio del Bagre esta modalidad enfrenta retos adicionales debido a su geografía montañosa, economía minera y agrícola, y problemas ambientales que agravan las deficiencias en conectividad y recursos, exigiendo métodos de enseñanza adaptados a estas condiciones.