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Medioambiente

Acción humana causa cambios drásticos en zonas de Colombia

  • En el departamento del Cesar la tierra es deforestada y quemada para cultivar. Este bioma presenta una baja cobertura por el Sistema de Áreas Protegidas y un gran número de especies amenazadas. - Cortesía Germán Forero

Las zonas con mayor número de especies endémicas y amenazadas al estar cerca a carreteras, centros urbanos y suelos ricos para la agricultura, no están en los esquemas de protección medioambiental.

El Sistema Nacional de Áreas Protegidas, que comenzó en los años 60, ha hecho una labor importante al establecer grandes parques nacionales y reservas naturales en regiones de alta biodiversidad. Zonas como Cahuinarí, Chiribiquete, Nukak, Puinawai, río Puré y el recientemente creado Yaigojé Apaporis, todas con más de 500.000 hectáreas, están ubicadas en la Región Amazónica, donde se concentra la mayor riqueza biológica de Colombia.

Sin embargo, desde la época de la creación de las primeras reservas ha habido modificaciones en el uso de la tierra y transformación de los ecosistemas, lo que ha generado nuevas amenazas para la fauna y la flora del país. Así, la expansión urbana, la agricultura y la ganadería han causado cambios drásticos en la cobertura vegetal de la Región Caribe y los valles del Cauca y del Magdalena. Por esta razón, es importante evaluar si las áreas protegidas de Colombia representan los diferentes ecosistemas del territorio nacional, sobre todo los más amenazados por estas presiones humanas.

Un estudio reciente, publicado por investigadores de la Universidad de Duke (Estados Unidos) y del Grupo Biodiversidad y Conservación del Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional, muestra que 11 de los 32 biomas terrestres de Colombia no están representados por el Sistema de Áreas Protegidas (considerando tanto las nacionales como las regionales). De la misma forma, solo 40% de los biomas tienen más del 10% de su área protegida, el porcentaje mínimo recomendado por la Convención de Diversidad Biológica.

El estudio también evidencia el tipo de estrategia de conservación predominante en el país. A nivel global existen dos: una, reactiva, propone proteger zonas con altos niveles de amenaza y la otra, proactiva, plantea proteger las que están bien preservadas en lugares remotos. La mayor proporción del área protegida en Colombia obedece a la segunda estrategia, y más del 65% del total se encuentra en prioridades de conservación como los llamados Bosques Frontera (Frontier Forests), o Regiones Selváticas (Wilderness Areas), que tienen bastante cobertura vegetal, como el Amazonas.

Tan solo cerca del 40% del área protegida está en los llamados Hotspots y las Ecorregiones en Crisis, espacios con altos niveles de pérdida de cobertura vegetal, como el Caribe. Este resultado se obtiene considerando únicamente las áreas protegidas nacionales. Al considerar también las regionales, el porcentaje aumenta a 58%, lo que indica que están siendo un complemento importante a las nacionales.

Expandir la protección

De la misma forma, el análisis realizado por los investigadores mostró que lugares cercanos a carreteras y centros urbanos "de alto potencial para la agricultura" se encuentran menos resguardados. Lo mismo ocurre con terrenos que presentan altos números de especies amenazadas y especies endémicas.

Estas últimas son de gran importancia, pues son exclusivas de Colombia y por lo tanto su defensa es responsabilidad del país. Por ejemplo, de las tres especies endémicas de tortugas de agua dulce, la "tortuga de río" (Podocnemis lewyana), la "carranchina" (Mesoclemmys dahli) y la "cabeza de trozo" (Kinosternon dunni), ninguna se encuentra registrada dentro de un área especial. Las dos primeras se sitúan en el bosque seco tropical del Caribe y la última en la cuenca del río San Juan, en el Pacífico.

El estudio también identificó que los biomas con mayor peligro son aquellos que tienen alto grado de transformación de la cobertura vegetal original, contienen gran número de especies amenazadas y se encuentran menos protegidos.

Bajo este criterio fueron determinados seis: los humedales del río Zulia y los bosques del valle del río Cauca, que tienen menos del 3% de su extensión salvaguardada y más del 70% de su cobertura vegetal alterada por causas humanas; el bioma correspondiente a los bosques húmedos del Pacífico y el Atrato, que presenta bajos niveles de protección (menos del 3% de su extensión) y un gran número de especies consideradas en peligro de extinción por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN); los humedales de la Zona Andina; el bosque seco tropical del Caribe, y los bosques del valle del Alto Magdalena. Debido a las intensas presiones que enfrentan, al número de vertebrados en peligro y a la baja cobertura en el actual Sistema Nacional de Áreas Protegidas, deben considerarse como prioridades para la ubicación de nuevos parques naturales.

Cuando el sistema inició, las presiones sobre los ecosistemas eran diferentes y no existían los métodos avanzados de selección de reservas utilizados hoy en día. De acuerdo con esto, se ha hecho una labor significativa.

Sin embargo, es de vital importancia considerar las áreas con mayor riesgo y los lugares en que los parques serían más efectivos en su función de reducir los cambios en la capa vegetal y evitar la extinción de las especies, sobre todo las endémicas. De no ser así, los procesos de deforestación y cambios en el uso del suelo acabarán con ecosistemas y especies que ya están al borde de la desaparición. La extinción es un proceso irreversible, y una vez ocurre no puede ser reparada con medidas económicas ni legislativas.