Juan Manuel Monroy, magíster en Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), afirma que "la educación cerró levemente la brecha entre los trabajadores del sector primario (agricultura, ganadería, apicultura, acuicultura) y el no primario, pues el aumento en la oferta laboral con altos niveles de calificación de este último grupo redujo relativamente sus ingresos".
Explica que la persona que invirtió en sus estudios y está laborando en el sector no primario tiene menos posibilidades de recuperar su inversión frente a alguien que está en el sector primario, algunos con mayor experiencia, un componente muy valioso en el campo laboral.
"Entre 2002 y 2017, mientras el retorno laboral de los trabajadores calificados cae del 70 al 58 %, el de los trabajadores no calificados sube del 19 a 13 %", indica el investigador, según el cálculo que realizó del ingreso laboral, no laboral y demás características para simular el ingreso de los hogares computando el cambio en los parámetros año tras año.
Además del proceso ya mencionado, se calculó la medida de desigualdad Gini con un ingreso probable y se comparó con el observado para dilucidar los factores que contribuyeron en la leve disminución de la desigualdad del ingreso en Colombia hasta 2017.
Desigualdad en el sector rural
"La transferencia pública "como Familias en Acción" y privadas, como remesas, y el aumento en los niveles de ocupación laboral disminuyeron los niveles de desigualdad en las zonas rurales", indica el magíster, y agrega que las caídas importantes en el nivel de desempleo en este sector se presentaron desde 2008, lo cual coincide con la crisis económica mundial.
El investigador comenta que las reconfiguraciones en desigualdad para las zonas rurales son distintas a las de zonas urbanas. Por ejemplo, las trasferencias, los ingresos de capital, las rentas y otros ingresos, especialmente de origen gubernamental, favorecieron a los hogares campesinos, ubicados en la parte inferior de la distribución económica.
"Después de 2012 las transferencias no bajaron la desigualdad en el sector urbano, mientras que en el sector rural sí bajó un 1 punto porcentual, con la implementación de, por ejemplo, subsidios para trabajar la tierra", comenta.
Aunque en 2014 el Banco Mundial consideró que Colombia era uno de los países más desiguales de la región, gracias a las características macroeconómicas que enfrentó el país, sumado a los cambios sustanciales en materia de política y social, hubo una caída en la desigualdad de la distribución del ingreso medida por el índice Gini de 0,57 en 2002 a 0,51 en 2017.
Sin embargo el investigador aclara que las pensiones siguen siendo el factor que más influye en que persista la desigualdad en Colombia, ya que "llega a los que más tienen".
Según él, las transferencias y las pensiones pueden representar herramientas de política en materia redistributiva determinantes, en la medida en que exista una focalización clara sobre grupos en los deciles inferiores de ingresos más que en los deciles superiores.
En ese sentido, concluye que "es necesario revisar los diferentes programas de trasferencias públicas condicionadas, pero de manera más pronunciada, una reforma al sistema pensional".