Según la Encuesta Nacional de la Situación Nutricional en Colombia (Ensin), realizada por el Instituto de Bienestar Familiar y otras entidades en el 2005, el 41% de los hogares sufren de inseguridad alimentaria y nutricional.
Basta ver casos latentes en la mayoría de departamentos, donde la UN desarrolla programas de seguridad alimentaria. Por citar algunos: en Villanueva y en Barichara, Santander, los índices de hambre y desnutrición son altos a pesar de ser los principales municipios productores de fríjol, seguido de tabaco y maíz.
Cerca de 1.000 familias viven de la agricultura pero no pueden consumir su principal producto porque sus escasos ingresos solo les alcanzan para comprar alimentos baratos y ricos en carbohidratos. Ellos, al igual que muchos agricultores en otros departamentos, deben entregar absolutamente toda su producción.
Una situación similar ocurre en San Andrés, donde el 52% de sus habitantes vive en condiciones de pobreza. La mayoría de alimentos llegan por barco o avión "por eso son costosos" y muchas veces no logran su destino porque las autoridades los retienen, debido a que en frutas y hortalizas se camuflan drogas. Por eso los isleños duran semanas sin consumirlos.
Así lo señala Adriana Williams, funcionaria de la Secretaría de Pesca y Agricultura de San Andrés, quien asegura que aunque el archipiélago cuenta con posibilidades de desarrollo agrario, la falta de agua limita la producción y riego de los cultivos.
Y la otra mitad, ¿qué?
En el año 2000, gobernantes de todos los países se reunieron para adquirir compromisos en los llamados Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). El primero de ellos busca reducir a la mitad el porcentaje de hambre y pobreza en el mundo para el 2015.
En Colombia, reducir los porcentajes de hambre y pobreza por regiones y por niveles asociados a la seguridad alimentaria incluye varios indicadores. Carlos Augusto del Valle, representante de la FAO en Colombia, asegura que "la desnutrición en niños deberá reducirse al 5%; la rural, que estaba en 10%, deberá quedar en 8%, y en la Región Pacífica, que en el 2005 estaba en 6,6% de nutrición global, deberá tener una reducción de dos puntos".
El funcionario afirma que aunque el objetivo se va a cumplir, "hay metas que no van a bajar y no sabemos si en cinco años lo logremos, aunque ya hay regiones y variables que superaron los indicadores, como Bogotá".
El Observatorio de Seguridad Alimentaria y Nutricional (Obsán), de la UN, reaccionó ante la primera meta: "La idea es que ningún país y ninguna sociedad admita que haya una sola persona con hambre. Nosotros no trabajamos por el conocimiento y la información en seguridad alimentaria nutricional solamente, sino por el derecho a ella", aseguró la directora del Obsán, Sara Eloisa del Castillo.
Agrega que no es posible garantizarle seguridad alimentaria a ese porcentaje establecido y dejar que la otra mitad continúe con hambre.
Hambre, desnutrición y pobreza juntas
Estudios del Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) registran en América Latina y el Caribe 53 millones de personas con hambre, de las cuales 8 millones se encuentran en Colombia.
El Departamento Nacional de Planeación y la FAO coinciden en que el hambre no se erradica subsidiando un plato de comida. Se deben brindar herramientas para que las personas puedan producir su propio alimento y que a la vez lo comercialicen.
El Grupo de Investigación y Gestión en Desarrollo Rural (GIGDR) trabaja con cerca de 850 campesinos de Cundinamarca pertenecientes a 41 organizaciones, dentro del plan de abastecimiento de Bogotá, y conecta directamente al productor con el consumidor. "Ofrecemos un puente para que los campesinos vendan a precio justo sus productos, evitando la intermediación y los sobrecostos", indicó el profesor de la Facultad de Agronomía Fabio Pachón, quien lidera el GIGDR.
"El desplazamiento forzado ha sumido en la miseria, y por tanto en el hambre y la desnutrición, a más de tres millones de personas", expresó el ingeniero Gilberto Herrera, del Observatorio de Seguridad Alimentaria y Nutricional del Ministerio de la Protección Social, quien asegura que las políticas modernizadoras del Estado han aumentado peligrosamente la dependencia alimentaria por la importación de alimentos.
Meta lejana
Las grandes compañías que dominan el mercado agropecuario a nivel global se interesan en la expansión de los cultivos dedicados a producir energía para la industria, especialmente de vehículos y aquellos que les generen máximas ganancias.
Para el profesor Herrera, el problema radica en que poco importa si la alimentación mundial se agrava, "de hecho, su control sobre los mercados agrícolas y de insumos ha generado un alza en los precios de los alimentos básicos, que no parece transitorio y por tanto crecerá la población hambrienta en el planeta".
Después de una década, el Gobierno aprobó el documento Conpes 113 del 31 de marzo del 2008 (Consejo Nacional de Política Económica y Social), sobre seguridad alimentaria y nutricional en Colombia, pero, según Herrera, "en él no se abordan los problemas estructurales porque se afectarían grandes intereses".
La falta de una directriz que vincule todos los sectores y que lidere la articulación de la seguridad alimentaria con políticas públicas como la de pobreza es una de las restricciones para no cumplir la meta. Del Valle advierte que se debe pasar del discurso a la acción, "los países se han comprometido pero hay hambre y los recursos no fluyen".
El pasado mes de septiembre, en la cumbre de las Naciones Unidas sobre el avance de los Objetivos del Milenio, el presidente Juan Manuel Santos reconoció el atraso de Colombia en cuanto a la lucha contra el hambre. "Si bien durante los últimos ocho años cerca de 1,7 millones superaron la pobreza, todavía el 46% de la población se encuentra en esa condición", aseguró el mandatario, quien dijo que la meta es difícil pero no imposible: "Vamos a sacar en cuatro años a por lo menos 7 millones de colombianos de la pobreza y a 4 millones de la indigencia".