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Medioambiente

Resguardo Indígena de Puracé, en Cauca, también se adapta al cambio climático

    Pese a las fuertes lluvias y al aumento de la temperatura, 37 familias del pueblo kokonuko implementan estrategias de adaptación al cambio climático, en las que combinan su sabiduría ancestral con el conocimiento científico contemporáneo en pro de la sostenibilidad de sus actividades agrícolas y ganaderas, un modelo inspirador para otras comunidades de Colombia y del mundo.

    En Colombia, un país con una rica diversidad cultural, habitan 1,9 millones de indígenas distribuidos en 115 pueblos. En Cauca existen más de 120 cabildos indígenas, entre los cuales se destaca el Resguardo Indígena de Puracé por sus innovadoras prácticas en la gestión del agua y la conservación de sus recursos naturales.

    Con una población aproximada de 170 personas distribuidas en 37 familias, esta comunidad se ubica en límites con el Parque Nacional Natural Puracé, en la parte alta de la margen derecha del río Cauca, donde nace este importante afluente, desde los 2.400 hasta los 3.900 msnm, en zonas que abarcan ecosistemas de páramo y de alta montaña.

    Para este Resguardo el agua no es solo un recurso vital sino también un canal de conexión espiritual con su entorno natural y con los seres sagrados de su cosmovisión. En la tradición del pueblo kokonuko los volcanes Puracé y Sotará son considerados como el “Padre” y la “Madre”, por eso son fuentes de vida y guía espiritual para las comunidades. El preciado líquido que fluye desde estos volcanes simboliza la comunicación con los espíritus protectores y la madre naturaleza.

    En su estudio, Yecid Sneider Quira Calapsu, estudiante de la Maestría en Ingeniería Ambiental en la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira e integrante de la comunidad indígena, combinó la sabiduría ancestral con un análisis científico riguroso para entender los efectos del cambio climático y desarrollar estrategias de adaptación efectivas, proceso dirigido por la profesora Viviana Vargas Franco, del Grupo de Investigación Monitoreo, Modelación y Gestión de Cuencas Hidrográficas (GECH).

    Menos lluvias y altas temperaturas

    Para su investigación, el magíster utilizó encuestas y entrevistas con miembros de su Resguardo, así como observación directa, conversatorios y recorridos territoriales, mediante los cuales identificó cómo percibe la comunidad el cambio climático, y documentó sus impactos. Estas técnicas se complementaron y validaron con datos obtenidos de 5 estaciones de monitoreo climatológico e hidrológico del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam).

    Los datos de los últimos 5 años revelaron cambios notables en los patrones climáticos. Durante la última década las lluvias han disminuido un 20 % en promedio, con un comportamiento de precipitaciones concentradas, torrenciales y crecientes súbitas que han provocado accidentes y cobrado vidas humanas.

    Por su parte la temperatura ha pasado de promedios anuales de entre 7 y 9 °C, a entre 13 y 15 °C, aumentando la evaporación del agua y limitando la cantidad disponible para cultivos y consumo.

    Según los resultados de las encuestas, el 50 % de los consultados señalaron la escasez de agua y la pérdida de cultivos como los principales problemas vinculados al cambio climático.

    El 45 % destacó la carga económica asociada con las constantes reparaciones del sistema de abastecimiento de agua en la bocatoma del acueducto, una situación preocupante dada la vulnerabilidad económica de la comunidad. El 70 % no vinculó la mala calidad del agua directamente con el fenómeno climático.

    “Aunque ellos no tienen el conocimiento técnico suficiente, sí reconocen que hay un problema, y lo evidencian tanto en el cambio de los ciclos naturales de los ecosistemas y el clima –como épocas de verano cuando se esperan lluvias para la siembra– como en la mayor frecuencia de eventos como heladas y olas de calor, entre otros”, explica el tesista.

    Las prácticas ancestrales contemplan la protección de bosques y nacimientos de agua, además de la implementación de barreras vivas y sistemas agroforestales que ayudan a conservar el suelo y el recurso hídrico. Allí la comunidad se involucra activamente; por ejemplo la operación del acueducto interveredal Montaña Negra se gestionó colectivamente y se construyó en 2018.

    Tras el estudio fortalecen los corredores ecológicos sobre la ronda hídrica, mejoran los caminos y sus programaciones de mingas comunitarias, y además proyectan crear un fondo para reparaciones del acueducto, ya que cuando ocurre un daño el servicio se afecta hasta por 24 horas.

    Adaptación climática

    El tesista trabajó cuatro líneas de acción para la adaptación climática, así: (i) el fortalecimiento de capacidades enfocadas en mejorar sus conocimientos para enfrentar el cambio climático, con capacitaciones en la gestión del acueducto y en prácticas agrícolas sostenibles, (ii) las capacidades del ecosistema, en la que trabajan en la reforestación y conservación de microcuencas, (iii) programas de sensibilización para aumentar la conciencia en la comunidad sobre los impactos del clima y la importancia de la adaptación desde las escuelas, y (iv) la sostenibilidad de los procesos mediante la búsqueda de financiamiento para implementar redes de monitoreo y sistemas de alerta temprana.