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Educación

Profesionales comprometidos ante la sociedad, estrategia continua del desarrollo de la educación

    Cada año, las instituciones de educación superior (IES) tienen el reto de mejorar las prácticas y los modelos de aprendizaje para guiar a los profesionales de las distintas disciplinas –como artes, lenguas, matemáticas, química o física– a un desarrollo óptimo de su oficio. El impacto de la calidad educativa se debe reflejar en los territorios para que el conocimiento llegue a todas las comunidades del país.

    El impacto al territorio fue uno de los temas abordados durante el conversatorio de la segunda sesión del ciclo “Retos y perspectivas para el mejoramiento de la educación superior”, en el que también se hizo referencia a la pertinencia de la pedagogía en el aula y a la importancia de conformar programas académicos más integrales.

    El conversatorio estuvo acompañado por tres expertos en el tema de la calidad educativa: los profesores Claudia Payán Villamizar, directora de Autoevaluación y Calidad Académica de la Universidad de Valle; Germán Albeiro Castaño Duque, docente asociado de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) y ex-vicerrector de la Sede Manizales; y Mario Uribe Orozco, integrante del Consejo Nacional de Acreditación (CNA).

    ¿Qué significado tiene la calidad en la educación? Fue la pregunta con la que se abrió el conversatorio, y que empezó respondiendo el profesor Uribe, quien afirmó que “las actividades en el aula son consideradas como procesos menores, ejercicios complementarios, pero, por el contrario, estos espacios de construcción del conocimiento tienen un alto grado de importancia”.

    En las últimas tres décadas está transformación de las aulas –o “revolución académica”, como la nombró el profesor Castaño– ha comprendido el nuevo modelo que necesita la clase. Construir espacios donde docentes y estudiantes sean actores de cambio, a proponer nuevas ideas de adquirir el conocimiento en el aula y que además pueda ser replicado en salidas de campo para ayudar al territorio.

    Así mismo, mencionó que “el auge que se tiene hoy con respecto al uso de las tecnologías ha permitido romper las brechas tradicionales en el interior del aula, sentados frente a un tablero. Como ejemplo se tiene la reciente pandemia, que forzó a docentes y estudiantes a implementar alternativas para continuar con sus estudios”.

    En relación con la cobertura, un requerimiento que se les pide a las instituciones para educar a más personas en el país, se convierte en todo un reto cuando se abren cerca de 500 cupos por semestre “como mínimo”, pero se sigue contando con la misma edificación de hace una década, lo cual limita la construcción de escenarios idóneos, cómodos y al servicio de los próximos profesionales.

    Para solucionar la falta de abastecimiento, la mejor estrategia es la búsqueda de aliados, es encontrar otros escenarios como centros culturales, colegios, e incluso en algunos casos hospitales, a donde se pueda llevar un docente para formar al próximo profesional al cual se le dificulta trasladarse en el territorio, ya sea por condiciones físicas o especialmente económicas.

    De otra parte, los expertos indicaron que la inversión de capital en la mejora de la educación superior consiste en invertir en laboratorios, semilleros, instrumentos, tecnología y además documentación como libros, pero con implementos más actualizados que se adecuen justamente a las necesidades del territorio, sobre qué es lo que se necesita y qué es lo que le sirve a la comunidad para que el profesional aprenda.

    “Lo anterior suele verse como profesionales al servicio del trabajo, personas con un sentido organizacional, de producción”, menciona el ex-vicerrector Castaño, y agrega que “se debe salir de la idea respecto a que unas profesiones solo sirven para lo que fueron concebidas, ¿por qué no buscar que sus áreas de conocimiento también sean fuertes para otras áreas?, por ejemplo, ¿por qué la filosofía no puede mezclarse con la química?”.

    Por su parte, la profesora Payán dijo que “la evaluación de la calidad académica no es realizar encuestas en el momento que se hace la visita de los pares, sino que debe darse durante un acompañamiento, en todo el proceso, donde se guie a la institución y se vea su desarrollo en la mejora continua de la educación”.

    En ese punto de la conversación se propuso como metodología la mejora de la calidad académica, la integración de programas académicos para un bien común, que sea servir a la sociedad y deje de ser visto como un bien individual; entre universidades públicas se debería dejar de competir por concursos para patrocinios y generar proyectos en conjunto para la población colombiana.

    En el conversatorio se mencionaron las actividades que realiza la Dirección Académica de la UNAL Sede Manizales en busca de mantener el equilibrio en los altos estándares de educación. Por ejemplo, se han realizado visitas conjuntas a otras instituciones educativas del Eje Cafetero y Tolima, para conocer las necesidades y los intereses de esas comunidades en la educación, en qué quisieran formarse.

    Además, se está construyendo un consultorio de transformación académica para formar pedagógicamente a docentes y escuchar a estudiantes ante las mejoras y los requerimientos que debe tener la Sede Manizales en sus tres diferentes campus para mejorar en ciencia, tecnología, proyectos y tejido social.