Modelo estadístico, aporte pionero para el control de la pudrición del cogollo
La pudrición del cogollo es provocada por el hongo Phytophthora palmivora; en esta enfermedad se descompone el centro de las palmas limitando su crecimiento e impidiendo que produzcan suficientes frutos, de los cuales se extrae el aceite.
Para controlarla, los productores contratan a más trabajadores para cortar cada palma en todas las hectáreas y así evitar que se propague rápidamente en las plantaciones. Además, tienen que usar productos químicos, lo que puede ser perjudicial para el medioambiente si no se manejan correctamente.
En el estudio de Carlos Mauricio Rivera Lozano, magíster en Ciencias Agrarias con énfasis en Fitopatología de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Bogotá, se encontró que el riesgo de afección del cultivo de palma de aceite por pudrición de cogollo en Tumaco es 3 veces mayor que en Villavicencio, lo cual obedece en gran medida a que en el municipio nariñense llueve casi todo el año, por lo que la humedad es alta, mientras que en Villavicencio llueve solo unos meses.
Tumaco, puerto ubicado en la costa del Pacífico, tiene un clima tropical húmedo con temperaturas que generalmente oscilan entre los 26 y 30 oC y una humedad alta, es decir que el aire contiene una gran cantidad de agua en forma de vapor a lo largo del año. “Dichas condiciones hacen más propicio el desarrollo de estas enfermedades”, afirma el magíster.
Por el contrario, Villavicencio se encuentra en una región de clima tropical de sabana, con temperaturas entre 24 y 30 oC, una temporada de lluvias y otra seca bien definidas, y una alta humedad relativa.
“Las temperaturas promedio se mantienen en un rango adecuado para el crecimiento de la palma”, agrega.
En ambos lugares los genotipos Ténera alcanzaron niveles de enfermedad superiores a los Híbridos, y en Villavicencio y Tumaco estos presentaron los valores más bajos de la enfermedad.
“Sabiendo esto, cuando esté lloviendo con frecuencia, si los cultivadores tienen herramientas como el fluviómetro –que mide el nivel del agua fluvial– podrían diseñar estrategias de drenaje a tiempo para evitar este tipo afectaciones”, afirma el magíster, cuyo trabajo contó con la asesoría de los profesores Aníbal Tapiero y Joaquín Guillermo Ramírez, de la UNAL Sede Bogotá.
Para llegar a esos hallazgos se evaluaron 16 genotipos: 7 de Ténera y 9 de Híbridos; mientras los primeros presentan alta susceptibilidad a esta condición, los segundos alta tolerancia. Después se obtuvo información climática a través de las estaciones climáticas del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam).
La investigación de se dividió en dos fases. En la primera se examinó la reacción de los genotipos a la enfermedad, para lo cual se utilizaron medidas como el área bajo la curva de progreso de la enfermedad escalonada (ABECPE) a lo largo del tiempo, las tasas de desarrollo de la enfermedad y cómo esta se relacionaba con factores como suelo y clima.
Con esta información se creó un modelo estadístico que ayudara a entender el riesgo de que la enfermedad afectara a estas palmas de aceite en condiciones naturales, es decir, en su entorno normal sin intervenciones artificiales.
En esta etapa el magíster acudió al “análisis de supervivencia”, el “modelo de riesgos proporcionales” (MRP) y las “probabilidades de transición” a partir del modelo matemático “estado de Markov”.
“Se evidenció que cuando la humedad está por encima del 90 % los cultivos tienen un alto riesgo de desarrollar la enfermedad. Así mismo, si durante 2 o 3 meses antes se presentan precipitaciones o lluvias que superen los 25 mm, la probabilidad de que la pudrición del cogollo aparezca es del 85 %”, explica el magíster, quien utilizó datos de entre 2011 y 2014 de plantas (individuos) enfermas.