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Salud

EPS indígenas, una “mina de información” sobre cultura, tradiciones y necesidades de estas poblaciones

    En Colombia funcionan cinco Empresas Prestadoras de Salud Indígena (EPSI), encargadas de la cobertura de los 115 pueblos indígenas distribuidos en todo el territorio nacional, según el DANE. El 42 % de esta población vive en La Guajira, más de 390.000 pertenecientes al pueblo wayúu. Los datos compilados por estas entidades serían mejor aprovechados en prevención y promoción de la salud indígena, e incluso en estudios interculturales, si se almacenan de manera alternativa a la estándar. Así lo propone un modelo de arquitectura en información.

    “En vez de acrecentar la brecha de desigualdad, el avance de las nuevas tecnologías podría beneficiar a poblaciones vulnerables”, señala Dayana Liceth Jiménez Vanegas, magíster en Ingeniería Analítica de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Medellín.

    Explica además que “para una comunidad indígena la salud es producto de las relaciones armoniosas del ser humano consigo mismo, con la familia, la comunidad y la naturaleza, lo mismo que del acatamiento de normas de comportamiento social y del respeto a las fuerzas de la naturaleza y sus elementos. En estos términos, en el país la salud intercultural es atendida por las EPSI”.

    Por eso, en su trabajo planteó un modelo de arquitectura de la información, el cual toma los datos transaccionales (aquellos que se recogen día a día producto de las consultas médicas) para facilitar la investigación en salud intercultural y el desarrollo de estrategias de comunicación para la prevención y la promoción.

    Según la magíster, “los datos que se recolectan a diario contienen información que está siendo desaprovechada al almacenarla de forma estándar, como lo hacen las EPS convencionales en Colombia; sería ideal utilizarla para tener datos específicos de una comunidad, hacer análisis, identificar patrones y realizar intervenciones”.

    La EPSI Anas Wayuu, con la que trabajó la investigadora, es gestionada especialmente por profesionales de origen wayúu bilingües, es que decir que hablan wayuúnaiki y español, y brinda cobertura médica a más de 220.000 personas, de las cuales el 72 % son indígenas de este grupo.

    “Las bases de datos deberían tener en cuenta variables como las plantas medicinales que suelen usarse para las afecciones, el clan al que pertenecen los pacientes y las denominaciones culturales, pues lo que nosotros llamamos gripa ellos lo llaman de otra forma, por ejemplo. Lo ideal es incluir tantas cualidades culturales como existan internamente”, señala.

    Este seguimiento detallado podría ser paso adelante en la toma de decisiones enfocadas en el mantenimiento de salud. “Se encontrarían certezas, como por ejemplo que no se está recetando adecuadamente, o que hay un aspecto cultural que no les está permitiendo tomar ciertos medicamentos. En torno a eso se actuaría, no con el fin de cambiar la cultura, sino de tener impactos individuales que se puedan transmitir socialmente para prevenir enfermedades y desenlaces graves”.

    En la actualidad, la prioridad de las EPS y las EPSI es generar indicadores económicos y de cumplimiento de la norma, lo que lleva a que no se aprecien las bases de datos con fines investigativos. Sin embargo, “con este trabajo evidenciamos que la investigación en salud también puede ser una inversión económica, pues disminuiría la incidencia de enfermedades que representan alto costo, entre otras cosas”.