Así se concluye alrededor de una reflexión sobre el cura Camilo Torres y los partidos de la época, tema tratado durante la semana camilista en la U.N. en el cincuentenario de su fallecimiento.
Tal reflexión fue hecha por el doctor en Historia, Ricardo Sánchez, decano de Ciencias Humanas de la U.N.
En esencia, el cura Camilo Torres concebía los partidos políticos como "correas de transmisión de intereses", pero llamaba la atención en la necesidad no solo de equilibrar a los protagonistas de dichos intereses, sino que estos se canalizaran de abajo hacia arriba.
Para el cura, los partidos políticos eran unas estructuras de lealtades y tradiciones que justamente por estos componentes generaban adhesiones sentimentales y policlasistas, pero que eran controlados de arriba hacia abajo.
Bajo este contexto, Camilo Torres observaba en la base de tal verticalidad una "conciencia de clase", capaz de configurar grupos de presión, matriz capaz de dinamizar e influir en las decisiones de Estado, ya fueran de carácter social o político.
Buena parte de esa iniciativa tenía justamente su esencia, explica el profesor Sánchez, en la concepción cristiana que tenía Camilo Torres -y la evolución de la misma-, según la cual el Verbo -con sus creencias y rituales- termina superado por la acción.
Para el académico, en el cristianismo de Torres no basta proclamar el amor, pues el "amaos los unos a los otros" tiene como contenido sustancial la obra material al servicio del desvalido y del pobre. "De ahí que (Torres) defina la pastoral cristiana como una política práctica que le da sentido a la caridad, pero no como limosna o palmada paternalista, sino como una opción por los pobres", explicó el decano.
Así, el Frente Nacional, para Camilo un partido simplemente dominante tiene en su propia creación los detonantes de la gestación de una nueva alternativa que procede desde abajo, como solución a los problemas económicos y sociales, pero que por ser inferior solo procede a través de la revolución. "Él reconoce entonces un partido comunista como una fuerza histórica y organizada que contribuye al desarrollo del proceso revolucionario, que además es herramienta para hacer la unidad".
La dimensión en la que hay que entender a Camilo Torres como revolucionario no es como protagonista de una violencia "deseable o aplaudible", sino como generador de unas transformaciones importantes, porque marcan irrupciones de representaciones en la vida política.
En últimas, Camilo Torres propició un partido político a partir de la clase popular, llena de dificultades, precipitada por el Frente Nacional. El cura traza una especie de hoja de ruta para la construcción de un frente unido del pueblo con dos objetivos: uno, como instrumento de unidad de los revolucionarios, y dos, como un escenario que permita agrupar a quienes no están alineados con ninguna de las dos dimensiones políticas tradicionales.
Tres son las claves que guarda en su composición el Frente Unido, según el profesor Sánchez. La primera, la necesidad de una plataforma con una estructura revolucionaria mediante la cual se llegue al poder para realizar las reformas. La segunda es la unidad como herramienta de la configuración programática de la clase popular. La tercera, la acción colectiva que construya de abajo hacia arriba, desde la periferia hacia el centro, desde lo local a lo nacional, desde las partes al todo, un poder alterno.