Política & Sociedad
“Madres Rebeladas” de Brasil reclaman derechos de sus hijos reclusos
En el municipio de Fortaleza (Brasil), un colectivo de mujeres con este nombre idea estrategias para exigir el cumplimiento de cuidados, garantías y visibilización de lo que pasa con sus hijos –jóvenes y adolescentes– encarcelados.
Bogotá D. C., 28 de enero de 2021 — Agencia de Noticias UN-Las madres que se rebelaron lideran un colectivo para exigir el cumplimiento de las garantías de sus hijos y el respeto de sus derechos humanos. Fotos: Cortesia Dillyane de Sousa Ribeiro.


Las cárceles en Brasil se caracterizan por el hacinamiento, la insalubridad, la ausencia de actividades educativas, la tortura y la muerte.


Cada año crece el número de adolescentes atrapados en los espacios carcelarios, caracterizados por el hacinamiento, la insalubridad, la ausencia de actividades educativas, la tortura y la muerte.
La pandemia ha sido un factor detonante en estos casos, pues en Brasil cerca de 26.000 jóvenes se encuentran encarcelados, 1.000 de ellos en el municipio de Fortaleza, especialmente por presuntas relaciones con pandillas, mientras que el índice de éxito en las investigaciones judiciales por sus casos no supera el 2 %.
“Más que un dispositivo de disciplina biopolítica, estos espacios funcionan según la lógica de la venganza, del suplicio y del exterminio”.
Así lo expone la abogada Dillyane de Sousa Ribeiro, magíster en Estudios de Género de la Escuela de Estudios de Género de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), quien analiza el activismo político de cinco mujeres que forman parte del Grupo de Madres y Familiares del Socioeducativo de Ceará, en Brasil, preocupadas tanto por el trabajo y la ética del cuidado como por las dificultades y los retos frente a un entorno de violencia expuesta hacia ellas y sus hijos.
Poca esperanza de justicia
La investigación se basó en los relatos biográficos producidos en entrevistas personales con las interlocutoras, quienes manifestaron no tener información de sus hijos mientras estos se encontraban encarcelados, pues no sabían si seguían vivos o si se estaban alimentando o no.
Señalaban además que en los últimos años la forma de asesinar en Fortaleza se había vuelto cada vez más cruel y violenta, mientras que las pandillas se hacían más fuertes y la esperanza de justicia por parte de las autoridades, más débil.
“Estas madres tienen una ‘escuela’ en donde se enseñan unas a otras a dominar el lenguaje burocrático y legal al momento de enfrentar audiencias, solicitar información sobre el estado de sus hijos o hacer una petición; esto se convierte en una herramienta para acceder y garantizar el debido proceso en estas instituciones”, señala la investigadora.
Agrega que aunque existen algunas pequeñas pero importantes victorias, también hay estigmatización e ineficiencia frente a las demandas que ellas presentan, pues ninguna manifiesta haber recibido algún tipo de reparación.
En su afán por hacerse escuchar, estas mujeres lideraron una protesta en la que se vistieron como sus hijos e hicieron un performance frente a la sede del gobierno del departamento, responsable de los centros de detención, conocidos como unidades. “En esa rebelión, ellas mostraron la tortura a la que eran expuestos sus hijos e hicieron visible y reconocible la violencia en contra de sus cuerpos, ya que estos jóvenes no son vistos como seres humanos”, destaca la abogada De Sousa.
Violencia y necropolítica
La necropolítica es un concepto que hace referencia al uso del poder social y político para dictar cómo algunas personas pueden vivir y otras deben morir, en este caso haciendo referencia a las pandillas o jóvenes asociados con ellas.
Las prácticas necropolíticas en Brasil se apoyaron por lo menos desde 1950 en la construcción de la figura del “bandido” como el enemigo interno que debe ser eliminado.
En 2016 fueron víctimas de homicidio 62.517 personas en Brasil, de las cuales 71,5% eran negras. La tasa de homicidios entre jóvenes de 15 a 29 años es de 142,7 por cada 100.000 habitantes jóvenes, mientras para la población en general es de 30,3 muertes por cada 100.000 habitantes.
Además, de 2006 a 2016, la tasa de homicidios por cada 100.000 mujeres negras aumentó 15,4%, mientras disminuyó 8 % entre las no negras.
Entre las regiones del país, los estados del norte y nordeste tienen las tasas de homicidios más altas, y están entre las 10 ciudades más violentas del mundo; con base en la tasa de homicidios de 2017, la ciudad de Natal está en cuarto lugar, Fortaleza en el séptimo, y Belém en el décimo.
“La existencia en colectivo transforma la presencia de las mujeres madres en las unidades de internación, al tiempo que se vuelven vigilantes de las condiciones de existencia en estos centros, puentes entre el adentro y el afuera, no solo de las demandas de sus hijos, sino también la de los demás internos, por lo que son perseguidas e intimidadas”, concluye la especialista.
(Por: fin/SMC/MLA/LOF)N.° 479