Salud
Juguetes y objetos ayudan en terapias de niños con TEA
Al trabajar con objetos o centros de interés para los niños, como un juguete o un dibujo animado, se pueden obtener resultados positivos y avances en la terapia de aquellos con Trastorno del Espectro Autista (TEA).
Bogotá D. C., 25 de marzo de 2020 — Agencia de Noticias UN-Así lo estableció Leidy Carolina Rodríguez Barrera, magíster en Psicoanálisis, Subjetividad y Cultura de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), quien determinó que con estas herramientas padres y cuidadores lograrían significativos avances terapéuticos en los procesos comunicativos de niños con TEA.
El TEA comienza en la infancia y tiende a persistir hasta la adolescencia y la edad adulta. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), aunque algunas personas con este trastorno pueden vivir de manera independiente, otras, por sus graves discapacidades, necesitan apoyo durante toda su vida.
La magíster aborda el estudio del autismo tanto desde el psicoanálisis como desde varias fuentes y materiales, como el libro Una vida animada (2014), del ganador del Pulitzer Ron Suskind, y el documental “La vida animada” (2015), en el cual se recogen acontecimientos de más de 20 años y muestra el trabajo del autista, en sentido subjetivo y objetivo.
A pesar de que el TEA no tiene cura, las intervenciones psicosociales basadas en evidencias –como la terapia conductual y los programas de capacitación para los padres– pueden reducir las dificultades de comunicación y comportamiento social, y a su vez tener un impacto positivo en el bienestar y la calidad de vida tanto de las personas con el trastorno como de sus cuidadores.
En la investigación se hace una lectura singular del caso de Owen –el niño con TEA protagonista del libro–, con el interés de que sirva para situar al autista como sujeto que trabaja y produce en su relación con el otro (padres o cuidadores), para mantenerlo al margen o para lograr un “lazo social” o “vínculo”.
“Se estudió la historia de Owen, diagnosticado con autismo a los tres años, quien desde un objeto –las películas animadas de Disney– logra un armazón para vivir. Allí nos dimos cuenta de que las alusiones directas al psicoanálisis, tanto en sus concepciones como en sus tratamientos, brillan por su ausencia en ese relato. Nuestro propósito era, en cambio, hacer una lectura del historial con elementos analíticos”, asegura la investigadora.
La investigación indagó sobre cuestiones particulares del autismo y condujo a pensar en la pregunta que es válida para el autista: ¿para qué el otro? ¿Por qué el otro da trabajo al autista? Esto llevó directamente a la cuestión: ¿es posible que se cree un vínculo social, qué tipo de vínculo?
Objetos y centros de interés
El autista es relacionado como un sujeto que trabaja desde un centro de interés, lo cual se entiende como los objetos o figuras que representan un gusto o atracción del niño, lo que interviene directamente en su comunicación social, el acercamiento social inusual y la iniciativa de interacción social.
Según la investigación, en algunos casos la música ayuda al sujeto a entrar en la palabra como materia sonora, dejando afuera, o lo suficientemente lejos, la demanda, el deseo y el goce del otro.
En algunos casos de autismo el deleite por el número es un elemento que puede quedar por fuera de lo simbólico, como en el caso de los niños que no hablan pero que sí desarrollan un interés por los números y las letras.
Un caso puntual señalado por la investigadora es el contacto visual, que mejora si se usan objetos, e incluso puede aportar al momento de entablar una conversación. Con el tiempo el niño podría manipular los objetos de su interés con la compañía e interacción de otras personas.
“Es recomendable que primero se establezca una relación con los objetos, lo cual hace que el niño pueda controlar su cuerpo y tener una relación social con el otro (padres o cuidadores), situación que generalmente le resulta angustiante”, explica la magíster.
Cada niño tiene una forma particular de desarrollar el trastorno, y se presentan distintos niveles que van desde el apoyo total o casi dependiente, el moderado, y por último el menor apoyo, cuando se presenta un alto nivel educativo y funcionalidad para la vida.
Es un proceso lento en el que el diagnóstico puede mejorar si se cuenta con el correcto acompañamiento, que evite que el niño se estanque en las terapias y pueda progresar aún más.
(Por: fin/SMC/MLA/LOF)N.° 262