Política & Sociedad
Bilingües pasivos, último bastión de lenguas nativas
Atrincheradas en lejanos rincones del territorio colombiano, algunas de las 68 lenguas nativas libran una batalla por sobrevivir. Unas de ellas son haladas solo por algo más de 50 personas.
Bogotá D. C., 20 de septiembre de 2010 — Agencia de Noticias UN–En el país existen tres tipos: las criollas, habladas por los pueblos raizales y palenqueros de la Región Caribe, la romaní, usada por los pueblos Rom o gitanos, y las indígenas, habladas por distintas etnias desde antes de la Conquista. En total, 850.000 personas se expresan en estos códigos nativos.
A diferencia de otras lenguas como el náhuatl, con la que se comunican más de un millón de personas en Centroamérica, en Colombia las más habladas son el wayuunaiki (en La Guajira) y el nasayuwe (en el Cauca), que aparecen en la clasificación de las que tienen más de 100.000 hablantes.
La densidad demográfica de parlantes de las otras lenguas es tan baja, que alrededor del 40% tiene menos de 5.000 hablantes. Por ejemplo, en el Vaupés hay lenguas como la pisamira con menos de 50, y otras prácticamente perdidas, como la okaina, que pocos ancianos usan.
Olga Ardila, investigadora del Departamento de Lingüística de la Universidad Nacional, afirma que la oficialidad de las lenguas indígenas promulgada por la Constitución de 1991 nunca se logró, y aunque algunas siguen vitales, otras han seguido camino hacia la extinción
Bilingües pasivos
Los bilingües pasivos hicieron parte de esas primeras generaciones de niños indígenas que asistieron en masa a la escuela y que en la actualidad es probable que entiendan su lengua, pero no la hablan. Muchos de ellos pensaron erróneamente que para aprender bien español tenían que dejar su lengua atrás.
Estudios sociolingüísticos de pregrado y posgrado realizados en el Departamento de Lingüística de la UN han detectado, por ejemplo, que en grupos como los Uitoto y Nasayuwe, en los departamentos de Cauca y Amazonas, los niños son generalmente bilingües pasivos. Lo mismo ocurre con los menores en la población nativa de la isla de San Andrés.
Se estima que cuando ellos formen nuevas familias no transmitirán la lengua indígena y la próxima generación será solo monolingüe, explica el lingüista Camilo Robayo.
Los estudios revelan que las personas mayores de 50 años hablan muy bien su lengua natal, los de 30 ó 40 generalmente son bilingües, y los jóvenes de 20, o menores, son los bilingües pasivos.
Los académicos Carlos Patiño Rosselli (q.e.p.d.), miembro de la Real Academia Española, y Armin Schwegler, de la Universidad de California (Irvine), señalan que el criollo palanquero se encuentra severamente en peligro, ya que a partir de los años 70 los jóvenes disminuyeron su uso. En la actualidad, la mayoría de niños entre 2 y 10 años poseen un conocimiento pasivo.
Desde esta perspectiva, la profesora Ardila señala como gran reto lograr que los bilingües pasivos se vuelvan activos. “No es suficiente implementar cursos de lengua indígena para quienes no la hablan, sino desarrollar metodologías y gramática para enseñar la escritura en estas lenguas”, puntualiza.
Para las diferentes etnias colombianas, cada una de sus lenguas es la puerta de acceso a su cultura, el fundamento de su identidad y una forma de mirar y codificar el mundo. Dejar perder una de ellas es igual a crear un agujero definitivo en la historia de la humanidad.
(Por: Fin/lmp/feb/vbr)N.° 647