Desarrollo Rural
Almidón de yuca, otra víctima del conflicto
El número de plantas procesadoras de esta materia prima para la producción de pandebonos, pandeyucas, rosquillas y pasabocas se redujo en más del 70 % desde 1995 en el departamento del Cauca.
Palmira, 31 de agosto de 2018 — Agencia de Noticias UN-El cobro de vacunas y la inseguridad vial para el transporte de insumos y productos mermó significativamente la rentabilidad en municipios como Caldono, El Tambo, Santa Rosa y Santander de Quilichao.
Así lo asegura Luis Alejandro Taborda, candidato a doctor en Agroecología de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.) Sede Palmira, quien investigó los puntos críticos y los impactos ambiental, social y económico de la cadena de valor de productos derivados del almidón de yuca.
Esta actividad genera en el Cauca más de 200 empleos directos y 80 indirectos, además de trabajo para cientos de otros actores locales que secan y comercializan los residuos.
Según afirma el doctorando, mientras un estudio realizado en 1995 por el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) había identificado en el departamento 210 rallanderías –plantas procesadores de yuca–, su investigación encontró 60.
“En algunos casos los encargados de las rallanderías son las esposas o los hijos de hombres que murieron por causa de la violencia”, señala el ingeniero agroindustrial, quien consultó fuentes del Gobierno y entrevistó a 50 personas entre propietarios de rallanderías, trabajadores, agricultores, intermediarios y otras de la comunidad.
Un informe publicado por la Fundación Ideas para la Paz en abril de este año señala que en el departamento mantienen presencia las organizaciones armadas del ELN, EPL y disidencias de las FARC.
Agricultores, los más afectados
Dentro del contexto social el investigador encontró que en la cadena productiva tenían mejores condiciones los encargados de la transformación industrial de la materia prima y quienes se dedicaban a la venta en panaderías.
“La situación es más compleja para los agricultores, cuya vinculación laboral no es constante porque solo son requeridos para aplicar fertilizantes, siembra y riego, entre otras actividades que se desarrollan en periodos muy puntuales”, precisa. Además los campesinos trabajan sin garantías de seguridad social ni el porte de la indumentaria adecuada, por un sueldo de 25.000 pesos diarios en promedio.
Bajan impacto ambiental
Pese a la situación de orden público, las rallanderías que quedan han implementado mejoras tecnológicas que reducen sus impactos ambientales. En 1995 la mayoría de las empresas consumía alrededor de 50 litros para producir un kilo de almidón, mientras que ahora ese gasto llega a los 15 o 16 litros.
“Antes el lavado de la yuca se hacía con los pies; ahora se trabaja con lavadoras que funcionan con fases secas y húmedas. De igual manera se implementaron canales de sedimentación para el tratamiento y la recirculación del agua”, asegura el ingeniero.
Otra mejora implementada por las plantas fue la inyección del agua a presión para extraer el almidón, lo que permitió reducir el gasto en la etapa de colado, el punto más crítico de la cadena en cuanto al uso del recurso hídrico.
Estos cambios obedecen a una conciencia ambiental promovida a partir de las intensas sequías de los últimos años por cuenta del cambio climático, asegura. En el proceso han tenido un papel importante las organizaciones sociales que trabajan en el territorio.
En cuanto a la huella de carbono, la mayor parte de las emisiones de gases de efecto invernadero de la cadena productiva se generan por la aplicación de fertilizantes químicos en los cultivos de yuca.
Aprovechar los residuos
Para mitigar las afectaciones ambientales, el investigador propone, entre otras medidas, el uso de biodigestores en las plantas, con el objetivo de darle un mejor tratamiento al agua residual y producir energía limpia.
Así mismo plantea utilizar residuos como la cáscara de yuca –que actualmente son vertidos a los ríos– en la elaboración de sustrato para cultivar champiñones. “Este aprovechamiento del residuo ya se realiza en países asiáticos como Vietnam y Tailandia”, menciona.
Para el estudio se aplicó la metodología del análisis del ciclo de vida, formulada por la Organización de las Naciones Unidas para evaluar los diferentes impactos generados por un producto a lo largo de toda la cadena de valor. Además se aplicó la metodología de análisis de escenarios para contrastar la situación vigente, la que tenía lugar en 1995 y las medidas necesarias para un futuro más sostenible.
“La investigación permite actualizar el número de rallanderías existentes y su situación; además se aporta un insumo para los planes de desarrollo que emprenda el Gobierno en el Cauca”, asegura el ingeniero.
(Por: Fin/FH/MLA/LOF)N.° 157