Medioambiente
Algoritmo optimizaría rutas de recolección del aceite de cocina usado en Bogotá
Mediante una propuesta que implementa algoritmos genéticos se plantean cuatro rutas en Bogotá para recoger residuos como el aceite de cocina usado (ACU), las cuales minimizarían los costos, el tiempo y las emisiones de CO2, también se busca ubicar un punto de acopio que bajaría notablemente los costos de la cadena de recolección.
Bogotá D. C., 17 de diciembre de 2020 — Agencia de Noticias UN-La propuesta incluye un centro de acopio en la localidad de Puente Aranda. Fotos: archivo Unimedios.


Con la optimización de las rutas se podrían ahorrar costos de transporte y mitigar el impacto ambiental.


Aunque cada año en Bogotá se recogen cerca de 400 toneladas de este residuo, considerando la población, y que en todo el mundo se desecha el 30 % del aceite consumido, esta cifra resulta muy baja, es decir que la mayor parte de este termina en las cañerías o como parte de la venta ilegal a poblaciones más vulnerables.
Así lo muestra la investigación de Juan Sebastián Rodríguez Flórez, magíster en Ingeniería Química de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), la cual se enfoca en el estudio, la caracterización y optimización de la cadena de recolección del ACU en Bogotá, para su posterior empleo como materia prima oleoquímica.
Sin prácticas de disposición adecuadas, los residuos pueden causar diversos problemas ambientales, económicos y sociales, como ocurre con el ACU, un residuo alimenticio que se produce en grandes volúmenes en los hogares de todo el mundo.
Su manejo inapropiado genera muchos inconvenientes, como daños a la infraestructura de cañerías, inundaciones, proliferación de plagas, afectación a los ecosistemas e incluso problemas de salud pública por recolección y distribución ilegal.
Por tratarse a altas temperaturas y tener contacto continuo con los alimentos, las propiedades de estos aceites son muy variables: pueden contener grasas animales disueltas y distintos componentes provenientes de los alimentos procesados como proteínas, humedad, cenizas y carbohidratos.
Debido al proceso de fritura, en los ACU también puede haber productos de descomposición como ácidos grasos libres, aldehídos, cetonas, peróxidos, polímeros, material carbonoso y metales u óxidos provenientes de los equipos de cocción, entre otros.
“Nuestra motivación fue tratar de mejorar la logística de empresas dedicadas a su recolección, cómo se debían involucrar los costos tanto ambientales como económicos para saber si era sostenible hacer la recolección o si se debía optar por otra forma de mitigar los efectos”, señala el investigador.
Para ello, en un primer paso se hizo la caracterización de la cadena logística del ACU en la capital, donde se involucró el volumen disponible del residuo, sus características, cuáles eran las prácticas de recolección, las rutas utilizadas y cuánto cuesta recolectarlo.
Con esa información se desarrolló un esquema de todas las rutas de recolección, el cual dividió la ciudad en cuatro zonas que quedarían unidas en una planta industrial central ubicada en dos zonas probables: una cerca de la Unidad de Planeación Zonal (UPZ) de La Castellana y otra en la localidad de Puente Aranda.
Productos para su aprovechamiento
Los ACU se utilizan hoy para producir biocombustibles, después de pasar por diferentes tratamientos. En este caso los productos comerciales son biodiésel y diésel verde (HVO), los cuales presentan un desempeño similar al combustible petroquímico y se pueden utilizar directamente en motores diésel.
En la investigación resaltan algunas propuestas para aprovechar estos residuos, como la elaboración de jabones no corporales y espuma plástica, entre otros productos oleoquímicos, mediante las cuales se mitigaría el impacto ambiental.
(Por: fin/SMC/LMZ/LOF)N.° 383