Dinero móvil impulsaría inclusión financiera en Colombia
En diferentes partes del mundo el dinero móvil ha sido un mecanismo exitoso para llevar productos financieros a la población menos favorecida. Fotos: Unimedios
Gracias a la inclusión financiera las personas pueden aumentar su resiliencia ante emergencias financieras o eventos desafortunados, como la pérdida del empleo.
El programa Ingreso Solidario fomentó la bancarización y llevó transferencias monetarias de dinero móvil a cerca de 1 millón de personas que antes no tenían acceso al sistema financiero formal.
Los productos de dinero móvil les garantizan a los usuarios la posibilidad de hacer transferencias interbancarias inmediatas y a muy bajo costo.
Estas herramientas también permiten que los bancos conozcan mejor las necesidades de sus clientes y puedan ofrecerles productos personalizados.
Según el Banco Mundial, la inclusión financiera significa que tanto las personas naturales como las empresas puedan tener acceso a productos financieros útiles y asequibles –transacciones, pagos, ahorros, crédito y seguro– que satisfagan sus necesidades, y que se presten de manera responsable y sostenible.
Además, el acceso a servicios financieros facilita la vida cotidiana y ayuda a las familias y a las empresas a planificar todo, desde los objetivos a largo plazo hasta las emergencias imprevistas como pérdida del trabajo, enfermedad, muerte de un familiar, un desastre natural, o un robo, e incluso a afrontar las recesiones económicas.
Paula Catalina Buitrago Ramírez, magíster en Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), asegura que el dinero móvil ha sido un mecanismo exitoso en otras partes del mundo para llevar productos financieros a la población menos favorecida.
Por ejemplo, el Grupo Consultivo para Ayudar a los Pobres (CGAP), un centro de investigación que fomenta la inclusión financiera en países de África subsahariana como Costa de Marfil, Uganda, Somalia, Tanzania y Zimbabue, señala que allí hay más cuentas de dinero móvil activas que cuentas bancarias.
En Colombia, la investigación realizada por la magíster Buitrago concluyó que estos productos no han servido para cerrar la brecha de las personas que no pueden acceder a una cuenta de ahorros o a un crédito, sino que, por el contrario, se utilizan para ampliar el abanico de posibilidades que tienen las personas con alfabetización financiera, que tienen empleo y que habitan en estratos altos.
A partir de los microdatos presentados en la Encuesta de Carga Financiera y Educación Financiera de los Hogares (IEFIC 2018), y la Gran Encuesta Integrada de Hogares (GEIH) del DANE, la magíster estimó la probabilidad que tiene una persona en el país de acceder al dinero móvil.
Al respecto, señala que “entre los resultados se destaca que los adultos ocupados, con mejores ingresos, mejores niveles educativos, y de género masculino, tienen una mayor probabilidad de acceder a este medio de pago”.
Así mismo, que en Colombia la probabilidad de tener acceso al dinero móvil aumenta en un 16,6 % a medida que la edad de los encuestados es mayor.
“Si bien los jóvenes tienden a adoptar más fácilmente las nuevas tecnologías, las decisiones financieras como el acceso a productos y servicios financieros suelen tomarse en edades adultas, cuando las responsabilidades económicas aumentan”.
En cuanto a educación, se observa que tener un mayor nivel educativo aumenta en un 7,8 % la probabilidad de acceder al dinero móvil, lo cual se asocia con la influencia que esta puede tener en la toma de decisiones económicas y financieras.
“Al realizar un perfil socioeconómico de las personas que podrían acceder a estos productos financieros, se encuentra que en este momento el dinero móvil no está siendo una puerta de entrada para las personas no bancarizadas ni tradicionalmente excluidas”, asegura la investigadora Buitrago.
“Por eso es necesario darles un enfoque diferente a estas herramientas, por lo cual sería importante que desde el sector financiero se trabajen estrategias de inclusión y formalización sobre todo para los jóvenes, las mujeres y la población rural”.
“La coyuntura de la pandemia potenció el incremento de estas herramientas, pues desde el Gobierno se impulsaron las transferencias monetarias para subsidios y se ha avanzado en dinamizar el dinero electrónico, pero para que sigamos mejorando es importante que estos programas sigan utilizando estos medios para hacerle llegar los recursos a las personas”.
La investigadora segura que “es preciso apuntarle al sector productivo, superar el carácter asistencialista, y más bien fomentar el desarrollo económico de largo plazo de las personas, que este no sea un dinero que llega y sale de inmediato, sino que se mueva dentro del mismo sistema, que pueda llegar a tener un enfoque de inversión y ahorro, y que estas personas se beneficien a futuro con rentabilidad y ahorro”.
Para seguir avanzando en billeteras electrónicas, la experta recomienda apostarle a una tecnología interoperable, es decir que las aplicaciones funcionen sin planes de datos, sobre todo en las zonas más apartadas del país, para que todas las personas puedan acceder a estas soluciones.
Estas soluciones se hacen especialmente importantes en un contexto como el actual, en el que Colombia se encuentra en una fase de bono demográfico, es decir que el número de personas en edad productiva supera al de las dependientes, “por lo cual fomentar el ahorro formal y la inversión en estas etapas tempranas de la vida podría marcar en el futuro la diferencia entre el bienestar o la pobreza”.