Medioambiente
Variabilidad climática es diferente en zonas como Guapi y Nuquí
Históricamente el Pacífico colombiano ha presentado un elevado número de damnificados por fenómenos hidrometeorológicos y climáticos extremos como lluvias torrenciales, tormentas eléctricas o sequías; tener instrumentos de planificación de gestión de riesgos desactualizados le confiere una mayor vulnerabilidad a esta región.
Bogotá D. C., 08 de enero de 2020 — Agencia de Noticias UN-El estudio de la bióloga Eliana Álvarez incluyó entrevistas a líderes sociales. Foto: Eliana Álvarez, magíster en Medio Ambiente y Desarrollo de la UNAL.


El conocimiento del territorio por parte de las comunidades daría más bases para diseñar planes de acción frente a riesgo de desastre.


La variabilidad climática es un fenómeno normal y natural que hace referencia a las anomalías temporales de los patrones climáticos predominantes, es decir cuando los valores de una variable climática se encuentran por encima o por debajo de la normal o media.
La bióloga Eliana Álvarez Grueso, magíster en Medio Ambiente y Desarrollo de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), realizó un estudio cualitativo y cuantitativo sobre este fenómeno, a partir tanto del análisis de anomalías climáticas en estaciones hidrometeorológicas como de entrevistas, talleres e investigaciones previas y entrevistas con las comunidades en los municipios de Guapi (Cauca) y Nuquí (Chocó).
Una de sus conclusiones es que en Colombia El Niño-Oscilación del Sur (ENOS) es el fenómeno causante de los extremos más marcados en la variabilidad climática interanual en diferentes regiones: su fase más cálida ocasiona temporadas de sequía y pocas precipitaciones, información corroborada por el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam).
Así mismo, en su fase más fría, el fenómeno de La Niña presenta para la mayor parte del territorio nacional un aumento anormal en las lluvias, causantes de inundaciones en varias zonas del país.
“Aunque se concluyó que ninguno de los municipios tiene una influencia marcada de la variabilidad climática interanual sobre la precipitación, sí se evidenció cierta similitud en Nuquí con respecto a la Región Andina en cuanto al comportamiento de la precipitación en presencia de La Niña, con aumento, y de El Niño, con reducción”, destacó la bióloga.
Después de analizar los históricos de eventos hidrometeorológicos, se efectuaron entrevistas y talleres de la mano con líderes sociales de la zona, quienes contaron su experiencia frente a dichos eventos que, basados en sus propias vivencias, fueron los más importantes.
A pesar de que el objetivo de la investigación no era evidenciar el cambio del clima en la zona, la investigadora cuenta que “la comunidad en general manifestó que un importante cambio ocurre tanto en la periodicidad de las lluvias como en su intensidad, y aunque afecta a la población en diferentes aspectos, quizás el más marcado es en sus calendarios agrícolas y en las actividades asociadas con dicho sector”.
Según cifras de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), Colombia es el país del mundo donde más llueve, con precipitaciones promedio de 3.240 milímetros de lluvia cada año. En la Región Pacífica estos registros suelen ser aún mayores.
A pesar de que en la Región se han adelantado varios estudios relacionados, la investigadora señala que “en dichos municipios no se cuenta con análisis propios, lo cual queda en evidencia en instrumentos de planificación como los planes municipales de gestión de riesgos o de ordenamiento territorial, los cuales son bastante desactualizados o con vacíos importantes que no permiten acciones preventivas y de atención eficientes, además no cuentan con enfoque diferencial que incluya las múltiples percepciones y saberes de la comunidad afro e indígena con respecto a la expresión de las anomalías climáticas en el territorio”.
En palabras de la magíster, uno de los aportes más significativos del estudio fue “la recopilación de indicadores locales de predicción climática que incluyen la asociación de vocalizaciones o de ciertos comportamientos de fauna, como en la presencia y vocalización de monos aulladores o el vuelo de mariposas, sonidos emitidos por ciertas aves o insectos, la observación de señales atmosféricas, como nubes grises, sensaciones térmicas, entre otras”.
El trabajo propone como reflexión principal: “la necesidad de incorporar la multiplicidad de nociones sobre el territorio y los saberes acumulados por las comunidades afro e indígena en los instrumentos de planificación territorial, que si bien pueden ser un reto, precisamente por eso se pueden constituir en el elemento que confiera mayor eficacia a la gestión de riesgos”, concluyó la bióloga.
(Por: JSV/LMZ/LOF)N.° 67