Ciencia & Tecnología
UN diseña metodología para evaluar el riesgo ambiental
Un grupo de investigadores de la Facultad de Agronomía creó una estrategia que evalúa el riesgo ambiental en los cultivos de frutas y hortalizas, con el fin de determinar la presencia de contaminantes.
Bogotá D. C., 08 de octubre de 2010 — Agencia de Noticias UN–Investigadores de la UN crearon una estrategia que evalúa el riesgo ambiental en los cultivos de frutas y hortalizas, con el fin de determinar la presencia de contaminantes. Foto: Fabio Leiva


Para conocer si los cultivos de la Sabana de Bogotá y sus alrededores tienen componentes de plaguicidas o metales pesados, los cuales son perjudiciales para la salud y el medio ambiente, el profesor Fabio R. Leiva y otros expertos en el tema desarrollaron un proyecto durante seis meses con el objetivo de poder estimar este riesgo mediante estudios de caso para cultivos de lechuga, espinaca, rábano, cebolla puerro, uchuva y maracuyá, ubicados en su mayoría en el Centro Agropecuario Marengo (CAM) en Mosquera, Cundinamarca.
“La metodología que construimos se basa principalmente en tres componentes: una encuesta, un proceso de muestreo y el análisis en laboratorios especializados de las muestras recogidas. La propuesta se desarrolló a partir del trabajo de un equipo altamente calificado en temas de riesgo ambiental, producción hortofrutícola, plaguicidas y metales pesados, que adelantó estudios de caso mediante evaluaciones directamente en campo, se efectuaron análisis de laboratorio a muestras vegetales, de suelos y de aguas, y se usaron diferentes modelos conceptuales y un software especial”, afirmó el profesor Leiva.
En el estudio también se consideró el impacto de los receptores ambientales y el de los humanos. De esta manera, la investigación ofrece un importante avance en el estado del arte sobre este tema y se aportó más información sobre la contaminación, sus impactos ambientales y en la salud humana, a partir de evaluaciones realizadas directamente en cultivos hortofrutícolas.
La primera herramienta de la metodología se realiza mediante la toma de información en cada una de las fincas que tienen los cultivos. De acuerdo con un proceso de observación y previo conocimiento de las características del terreno se realiza una encuesta prediseñada a los cultivadores, en la que se determinan los posibles riesgos que pueden tener los cultivos. De acuerdo con los resultados de esta, si existe una sospecha significativa se continúa el proceso. De lo contrario, allí termina la evaluación.
De ser positiva la sospecha, el segundo paso es hacer la formulación del problema por medio de la recolección de muestras de suelos y aguas, de acuerdo con el riesgo del cultivo. Posteriormente, estas pruebas se llevan al laboratorio especializado en el que se confirma la presencia de contaminantes.
“Cuando detectamos la presencia de metales pesados (cromo, mercurio o plomo), o de plaguicidas, los identificamos a través de los modelos utilizados y determinamos cuáles son las causas. Nuestro compromiso es entregar los resultados confiables y a partir de ellos las decisiones y políticas para contrarrestar el problema las determina la autoridad ambiental”, agregó Leiva.
El proyecto, realizado para el Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial, al finalizar la primera fase socializó los resultados con las corporaciones regionales, autoridades ambientales, representantes de gremios de productores agrícolas, industria de soporte y académicos, con el objetivo de darles a conocer esta herramienta y la normatividad actual para que pueda ser utilizada en la solución de la problemática.
“Es importante que, a partir de la metodología que proponemos, las autoridades tomen las medidas pertinentes para evitar la presencia de estos metales pesados y plaguicidas en algunos cultivos del departamento, debido a que estos son muy perjudiciales para el ecosistema y la salud de las personas”, concluyó el PhD y docente de la UN.
Elementos como el cromo o el mercurio, que son cancerígenos, se van acumulando en el cuerpo y es imposible eliminarlos, por lo que es indispensable que las autoridades tomen medidas al respecto para poder controlar estos riesgos y evitar que se sigan presentando residuos de estos componentes en las frutas y verduras que se cultivan en la Sabana de Bogotá y sus alrededores.
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