Salud
¿Somos lo que comemos?
Los desarrollos tecnológicos de la industria alimentaria influyen directamente en la construcción de la identidad de los personas, y los nuevos estilos de vida, individualizan y simplifican las comidas.
Bogotá D. C., 24 de abril de 2012 — Agencia de Noticias UN-El hombre hace 2.000 ingestas al año aproximadamente en múltiples contextos y los alimentos sufren cambios de contenido, lógica y significado, según el momento.
Así, según el antropólogo español Jesús Contreras, los nuevos estilos de vida dan lugar a cierta individualización y simplificación de las comidas: aumentan el número de comidas que se hacen en solitario, amplían las franjas horarias de las ingestas y diversifican los lugares donde se realizan.
Durante mucho tiempo se ha dicho que “somos lo que comemos”, tanto en un sentido biológico, como en un sentido cultural y de identidad. “Sin embargo, en los últimos 40 años nos hemos hecho cada vez más parecidos, más homogéneos. Se han perdido las especificidades, las particularidades, y los alimentos no son la excepción. Por supuesto, somos lo que comemos, y eso nos diferencia a unos de otros, de lo contrario todos comeríamos lo mismo y preparado de igual manera”, afirma.
La tecnología, el mercado, la salud, la medicina y la nutrición, han dado lugar a una progresiva homogeneización nutricional. Pero, curiosamente, hay otros movimientos que, en respuesta al contexto, valoran las especificidades y las costumbres en un proceso de recuperación y mantenimiento de las particularidades de las comidas.
Según Contreras, históricamente, las prácticas alimentarias han servido para señalar diferencias sociales o culturales y para clasificar o jerarquizar a personas y grupos, así como para marcar las formas de entender el mundo.
Asimismo, compartir hábitos alimentarios, modos de comportarse en la mesa y tener ciertas preferencias y aversiones alimentarias proporcionan el mismo sentido de pertenencia y de identidad y, por lo tanto, de diferenciación con respecto a los demás.
Igualmente, los individuos juzgan los alimentos según las tradicionales categorías de fresco, natural, artesanal, sabroso, etc. E independientemente de la aparición de nuevas categorías, su consumo depende directamente de la percepción de las necesidades y objetivos de cada individuo.
Finalmente, según el antropólogo, sí seguimos siendo lo que comemos, pero nuestra identidad ha cambiado: ahora la nutrición está más regida e influenciada por las tendencias sociales.
“Seguimos siendo lo que comemos, solo que hoy somos muchas y diferentes personas a lo largo de la vida. Se trata de una identidad plural, todavía en construcción, o en construcción permanente, y que todavía no hemos sabido caracterizar ni comprender en toda su extensión y complejidad”, afirma.
(Por: Fin/CJCO/clc/fgd)N.° 37