Medioambiente
Sensibilidad del arte en la ciencia ayudaría al planeta
Reconciliar el arte con las ciencias exactas desde la educación básica contribuiría a que la sociedad de la ciencia y la tecnología no acabe con el balance natural de la Tierra y sus recursos.
Bogotá D. C., 05 de noviembre de 2020 — Agencia de Noticias UN-Ana Patricia Noguera, directora del Grupo-red de Pensamiento Ambiental Augusto Ángel Maya de la UNAL.


La megaminería a cielo abierto demostraría cómo el conocimiento científico sin un consentimiento del entorno puede ser perjudicial. Foto: hablemosdeminería.com


La investigadora explica que las aulas científicas se orientan a los datos fríos y no incorporan lo estético en la enseñanza. Foto: archivo Unimedios.


Así lo afirma la profesora Ana Patricia Noguera, Ph. D. en Filosofía de la Educación y directora del Grupo-red en Pensamiento Ambiental Augusto Ángel Maya, de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), quien acuñó el término de “métodoestesis” como el modelo a seguir para que la ciencia y la tecnología giren hacia lo sensible, hacia la conexión real con lo que se investiga.
“Sin esa sensibilización se estaría cumpliendo la profecía del artista español Francisco de Goya: ‘van a emerger monstruos por el exceso de razón’, ya vemos algunos, minas gigantes a cielo abierto, monocultivos que captan cantidades inconmensurables de agua, dos bombas atómicas”, subraya la docente.
En ese sentido, considera que no se trata de conocer, sino de saber conocer; de no transformar, sino de saber transformar, pues en su concepto hay una gran ausencia de esa sabiduría.
Propone además que los humanos dejen de lado el modelo según el cual el hombre es el inicio y el fin de la investigación científica, en el que se expresa la naturaleza y sus fenómenos de forma reduccionista y no parece haber cabida para la sensibilidad del arte.
Su idea es reemplazar este método por uno que ha construido por más de 25 años y al que hace 5 bautizó como métodoestesis, concepto que fue tema central de la sesión 11 de la Cátedra Nacional de Arte y Ciencia de la UNAL.
Su método –publicado en la más reciente edición de la Revista de Investigación Agraria y Ambiental de la UNAD– plantea que no solo el humano es sensible, sino que todo el tejido de la vida en el planeta lo es. “La vida es como una urdimbre, se ha entretejido durante millones de años, se cuida a sí misma, se cocrea, se erotiza, pero no en el sentido entre dos humanos, sino como un estado de contacto permanente, en el que todo es susceptible de ser explorado”, explica la doctora Noguera.
Desde su mirada, “la educación se ha encargado de separar y romper las conexiones profundas entre arte y ciencia, de negar ese diálogo desde la primaria hasta los estudios de posgrado, sembrando una versión fría y calculadora del mundo de la ciencia y dejando el respeto y el amor para otras asignaturas ‘menos importantes’”.
Rupturas históricas
La doctora Noguera indica que las representaciones en el arte de esa ruptura se encuentran a lo largo de la historia; por ejemplo, en la expulsión de Adán y Eva del paraíso, como una tensión entre obtener conocimiento (comer la manzana) y disfrutar lo estético (el paraíso). Esa misma figura se ve en el mito de la caverna de Platón, en el cual hay un mundo donde todo es belleza absoluta y otro donde habita el humano, que es engaño e ilusión. Otro ejemplo está en la mitología griega: Heracles (el arte) peleando con el gigante Anteo (el conocimiento exacto que quiere imponerse).
No obstante, indica que no siempre es así, que otros referentes muestran cómo la unión entre el lenguaje de las artes y de las ciencias puede resultar en un conocimiento más completo.
“Leonardo da Vinci es arte y ciencia, es meditación y medición, investigación, creación, pone los saberes de la Tierra como los que le permiten crear el arte; sin sus estudios científicos del sonido, de la luz, de la anatomía, no habría podido hacer arte”, observa.
Arte para sensibilizar
Para la doctora Noguera, la idea extractivista de la modernidad, que termina denominándose innovación científica y tecnológica, pasa de la exuberancia del mundo a los cálculos estadísticos. “La ciencia trata de escapar de la sensibilidad y cae en el infierno del siglo XX, cuando pensamos que no podemos vivir sin la industria ni el progreso.
Pero como explicaba el escultor francés Rodin, “pensar sin amor nos puede llevar a la destrucción”, a inventos desde la academia que soporta el discurso de muchas multinacionales extractivistas y de la guerra tecnificada, advierte.
Por último, la docente considera que se debe evitar a toda costa que la ciencia se siga burocratizando y tecnocratizando, que no se siga investigando solo para alimentar las máquinas de producción, sino que se haga una valoración ética urgente.
(Por: fin/AMV/MLA/LOF)N.° 183