Artes & Culturas
Radio pública le abre sus micrófonos al posconflicto
En este nuevo escenario se deberá tener especial consideración respecto a las pedagogías desarrolladas por las diversas radios de interés público, con el fin de que sus oyentes puedan comenzar a adelantar un proceso de apropiación, que además permita establecer una cultura de paz mediante la reconstrucción de memoria histórica.
Bogotá D. C., 12 de mayo de 2017 — Agencia de Noticias UN-Durante el proceso de paz las radios comunitarias hicieron un informativo nacional que enlazó 400 emisoras.


El 81 % del espectro electromagnético está en manos de emisoras comerciales, 17 % son públicas y solo 2 % comunitarias.


La radio debería realizar más reportajes y crónicas para construir memoria histórica en las regiones.


Este planteamiento fue presentado por el profesor Fabio López de la Roche, director del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (Iepri) de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.), que junto con el Centro de Pensamiento, Comunicación y Ciudadanía, realizó el foro sobre el papel de la radio de interés público en los procesos de construcción de paz y memoria.
Para Dora Brausin, subgerente de Radio Nacional de Colombia, uno de los principales aspectos que debe evaluarse para poder estar a la altura del reto que supone la actual coyuntura está en la necesidad de establecer una relación mucho más horizontal entre emisora y oyentes.
En tal sentido, el profesor López trajo a colación procesos como los llevados a cabo en Suráfrica, en los que, por ejemplo, cerca de 2.000 víctimas del régimen segregacionista tuvieron la oportunidad de contar sus procesos de victimización a través de la radio y la televisión.
“No sabemos si las madres de Soacha tendrán la posibilidad de tener un espacio en canales como Caracol o RCN”, manifestó el docente de la U.N., quien llamó la atención sobre el hecho de que las víctimas del conflicto armado seguían teniendo muy poca visibilidad.
Voces ignoradas
Tras cuestionar el sistema centralista, Silsa Arias, asesora de comunicaciones de la Organización Nacional Indígena de Colombia, llamó la atención sobre la importancia de reconocer al otro, así como de desarmar las palabras, destacando que de nada sirve escuchar si ese acto no viene acompañado de una voluntad real de cambio.
“A mí me mataron a dos hermanos, uno que estaba en la guerrilla y otro con los paramilitares, y hace un par de días le dispararon a un comunicador que nos colaboraba con la cobertura de una movilización. Pero de eso no se habla ni se dice nada”, afirmó la asesora.
Para el profesor Nelson Castellanos, quien hace parte de la Facultad de Comunicación de la Universidad Javeriana, la experiencia en terreno demuestra que las permanentes tensiones y presiones que se viven allí son una fuente de conflicto, debido a la injerencia que tienen las autoridades locales y otros grupos de poder.
“Por más que el periodista quiera hacer un trabajo ético y profesional, la población tiene temores y prejuicios muy arraigados respecto a la calidad de la información”, aseveró.
Comunidades del aire
Para Carlos Raigoso, director de UN Radio, el trabajo que ha venido desarrollando la emisora procura dejar de lado la espectacularidad en el tratamiento de la información, mediante la incorporación de voces que usualmente no tienen cabida en otros medios, e identificando a los diversos colectivos que constituyen una comunidad.
“Si no se trabaja con la comunidad, por muy buenos programas que se hagan no habrá quien nos escuche”, precisa el director de la emisora de la U.N., quien insistió en que la radio de interés público tiene la función de encontrar y difundir aquellos relatos que permanecen en el anonimato.
De acuerdo con Lexi Garay, directora de Radio Nacional de Colombia, a partir de un ejercicio de escucha de las audiencias se tomó la determinación de adelantar un cambio en el leguaje, decisión que incluyó hacer cambios formales y de fondo, con el fin de explicar de manera sencilla a la audiencia aspectos como las decisiones que se estaban tomando en La Habana.
(Por: Fin/JCMG/MLA/DCP)N.° 746