Economía & Organizaciones
¿Lo minero-energético debe liderar el modelo de desarrollo?
Un desafío decisivo a mediano y largo plazo es el de canalizar los ingresos financieros del sector extractivo hacia el desarrollo de nuevas capacidades de producción para innovar y crear riqueza.
Bogotá D. C., 06 de mayo de 2013 — Agencia de Noticias UN-Colombia sigue siendo un país en desarrollo. La abundancia y la intensidad del consumo moderno, evidente en algunas zonas de las grandes ciudades, contrasta con los enormes cinturones de pobreza urbana y rural. La corrupción y la violencia endémica son los mayores problemas de desviación y destrucción de los recursos del desarrollo y reflejan la marcada debilidad institucional colombiana como proyecto de sociedad moderna.
Son consecuencia de la escasa eficacia de los arreglos institucionales y de la deficiente gestión de los asuntos nacionales para consolidar un modelo de sociedad viable. En el lenguaje de los economistas, las soluciones van de la mano del crecimiento. Por tal razón, quienes llegan a cargos de gestión económica le asignan gran prioridad a este objetivo.
Es cierto que buena parte de las dificultades requiere un escenario de incremento del ingreso nacional, pues cualquier medida demandará necesariamente una disponibilidad de recursos adecuada. Lo que está en discusión no es la búsqueda de este objetivo, sino la manera de inducir sus mecanismos estructurales, a fin de garantizar su sostenibilidad y hacer que las soluciones tengan alcance de largo plazo.
Sin valor agregado
Para muchos colombianos no es muy claro el papel del comercio exterior, como no sea el de la importación de bienes que les permiten mantener algunos estándares de consumo moderno basados en tecnologías de reciente generación.
Sin embargo, cuando se aprecia el papel crucial que este tiene para la economía nacional, se encuentra que el patrón de especialización del país sigue basado en productos primarios, de origen natural, con escaso grado de transformación y generación de valor agregado.
En el siglo XX, este patrón estuvo concentrado en el cultivo y exportación de café, junto con otros productos de menor alcance. De ahí la importancia de ese sector. Pero, en las últimas dos décadas, el mercado internacional del grano ha sufrido cambios notables de organización y estructura, a los cuales se suma un escenario interno desfavorable que ha terminado por desalentar su producción.
Hace algunas semanas, los cafeteros reclamaban apoyo del Gobierno frente a la caída de sus ingresos, causada por la disminución del precio y la revaluación que registra el peso frente a los mercados externos. Esta situación plantea un doble interrogante sobre la causa de la revaluación y sobre el patrón estructural de desarrollo de la economía.
En este siglo, ante la creciente demanda de materias primas en el mercado mundial, se hace hincapié en las ventajas que tiene para el país aprovechar sus inmensos recursos minero-energéticos a fin de impulsar el crecimiento a través de las exportaciones.
Las políticas públicas han sido explícitas en ese sentido. De hecho, del total de la inversión externa registrada en los últimos cinco años, el 60% se concentró en dicho sector, con exportaciones que en el año 2012 alcanzaron los 44.107 millones de dólares (valor que supera, por sí solo, el total de las del año 2010: 39.713 millones de dólares).
Así pues, un desafío decisivo a mediano y largo plazo es el de canalizar sus ingresos financieros hacia el desarrollo de nuevas capacidades de producción que aprovechen y cultiven el talento de los colombianos para crear riqueza y valor agregado.
El Plan de Desarrollo del Gobierno se propuso impulsar el crecimiento con base en cinco ejes impulsores (o locomotoras). Un balance actual permite apreciar que el de infraestructura de transportes apenas prende motores; los de agricultura y vivienda avanzan lentamente; y el único que alcanza velocidad de crucero es el de minería y petróleo.
El más rezagado es el de la innovación, justamente el más estratégico para lograr crecimiento a largo plazo mediante la creación y diversificación de nuevas actividades.
Efectos colaterales
Los ejes llamados a fortalecer y dinamizar estructuralmente el mercado interno no tienen la fuerza necesaria para proveer un ritmo de crecimiento fuerte y constante. Por su parte, el minero y extractivo está en pleno auge y es el que viene dando el mayor impulso al progreso económico.
Se ha visto beneficiado por el ascenso de las economías emergentes, que han aumentado la demanda internacional por los recursos del subsuelo. Esto ha mantenido altos sus precios –lo que refleja su grado de escasez relativa a nivel internacional– y, por ende, ha estimulado las inversiones a un ritmo mayor que en otras actividades.
Para una economía como la colombiana, esta situación parece en principio favorable. Pero no lo es del todo, pues depende de la forma como ese crecimiento sirva para promover y transmitir sus beneficios a los sectores más orientados al mercado interno. En efecto, a corto plazo, es una opción para impulsar la economía. Pero, si no se reconoce que dichos recursos son limitados y agotables, resulta dudoso que se pueda lograr un crecimiento sostenido en el tiempo.
Sin ahondar en la incidencia sobre el medioambiente, sus efectos son tres, principalmente.
El primero se refiere al aumento del ingreso, y se relaciona con el incremento de la producción. El segundo, ligado al primero, tiene que ver con la renta que se distribuye y sirve para financiar las inversiones de desarrollo mediante el mecanismo de distribución de regalías.
Y el tercero es su incidencia sobre el precio macroeconómico de la tasa de cambio: estimula la revaluación por los efectos sumados de aumento de exportaciones y de inversión extranjera, factores que presionan a la baja el precio de las divisas externas.
Este último, es el de mayor impacto en lo macroeconómico, con consecuencias desiguales entre los diferentes sectores de la estructura productiva. Así, mientras que las inversiones, la producción y las exportaciones crecen en los extractivos, la revaluación perjudica a otros, que ven limitada su competitividad y sus ingresos.
Y son, justamente, estos últimos de los que dependerá en buena medida alcanzar la sostenibilidad económica y social necesaria para lograr una disminución consistente de la pobreza en el futuro.
Lea el artículo completo en UN Periódico n.º 165: http://www.unperiodico.unal.edu.co/dper/article/lo-minero-energetico-debe-liderar-el-modelo-de-desarrollo.html.
(Por: Fin/José Guillermo García Isaza - Facultad de Ciencias Económicas UN -GAC/sup/fg)N.° 2