Artes & Culturas
La obra de Gabo en clave médico-forense
Suicidios, necropsias, exhumaciones, los olores de la muerte, homicidios consumados y fallidos, y armas son algunos aspectos que aborda el ensayo El olor de las almendras amargas desde una perspectiva médico-legal, de las ciencias forenses y la criminalística.
Bogotá D. C., 25 de abril de 2018 — Agencia de Noticias UN-El profesor Téllez es reconocido como un gran conocedor de la obra del Nobel de Literatura colombiano.


Gabo sostenía la tesis de que el cianuro es el método preferido por las personas que se suicidan por amor.


“Aunque al principio pensé que se debía hacer obra por obra, después me di cuenta de que se trataba de un esquema muy frío, y decidí abordarlo en forma transversal”, explica el profesor Nelson Ricardo Téllez Rodríguez, autor del ensayo.
El título de su obra está inspirado en el suicidio de Jeremiah de Saint-Amour en El amor en los tiempos del cólera, personaje efímero en la obra pero muy ligado a La hojarasca, una de las primeras novelas del Premio Nobel.
El ensayo no es un estudio de las enfermedades en la obra de García Márquez, y el suicidio ocupa un papel protagónico a lo largo de él; de hecho un capítulo está dedicado a lo que en medicina forense se conoce como “necropsia psicológica”, o las motivaciones íntimas que habría tenido un individuo para quitarse la vida.
Las tentativas de suicidio también son objeto de estudio del profesor Téllez, para quien el célebre y fracasado intento del coronel Aureliano Buendía se trató de un acto de narcisismo que estaría emparentado con el del poeta José Asunción Silva, sin descartar que pudiera tener algún sustento científico y que más bien formaría parte de lo que el experto califica como “realismo mágico forense”.
Suicidio y desamor
El ensayo está inspirado en el olor del cianuro –veneno empleado por Saint-Amour–, compuesto por sales de sodio o de potasio que cuando se ingiere y llega al estómago, por acción del medio ácido, libera radicales tóxicos capaces de producir una interferencia en la respiración de las células. La inhalación de un sahumerio evita el paso intermedio y los radicales actúan más rápido.
“Es entonces cuando se produce lo que los médicos llamamos una ‘hipoxia histotóxica’ que, a deferencia del ahorcamiento, no se produce por compresión de vasos cervicales y de la vía aérea, sino porque no hay forma de que las células usen el oxígeno”, explica.
Respecto al olor que lo identifica, el profesor Téllez precisa que se trata de un círculo vicioso que “no se puede resolver porque las almendras –dulces o amargas– huelen a cianuro y el cianuro huele a almendras, precisamente porque estas tienen cianuro”.
Así es como, a partir de la comparación entre el suicidio de El amor en los tiempos del cólera y el de un médico anónimo de La hojarasca, se van trenzando otras historias y relatos que originan el ensayo, que empieza y concluye con una cita del Nobel en la que se hace referencia a la inevitable relación entre el olor de las almendras amargas y los amores contrariados.
Misterio que permanece
Dentro del espiral de hechos violentos que sacudieron a Macondo la muerte de José Arcadio Buendía es quizá la única que permanece sin aclaración, en la medida en que resulta imposible tener un cadáver sin lesiones evidentes, con un olor a pólvora que no se disipará nunca, pese a las distintas técnicas empleadas por los pobladores de la mítica población, como cocinar el cadáver o ponerle una lápida con plomo.
“Aunque se podría aventurar que se trató de un homicidio con arma de fuego, y algunos alegarán que Rebeca decidió esconderla después de dispararle, el hecho es que nunca se encuentra tal arma”, prosigue el docente.
“Como no hay herida ni necropsia, no existe explicación creíble, salvo que se trató de un disparo practicado en la boca, producto del cual sale ese hilo de sangre que recorre todo el pueblo hasta llegar a los pies de Úrsula, quien se devuelve para encontrarse con el cadáver de su hijo”, puntualiza el autor.
Novela policiaca perfecta
Capítulo aparte merece el análisis de Crónica de una muerte anunciada, la cual está tan magistralmente escrita que aunque el lector sepa el trágico desenlace apenas comienza su lectura, pasará el resto de la novela –y quizá de su vida– en relecturas sucesivas a la espera de que alguien pueda evitar lo inevitable.
“El manejo de las escenas y lo que ocurre con las vísceras está tan bien descrito que parece obra de un forense y no de un literato”, destaca el profesor Téllez.
No ocurre lo mismo en obras como Noticia de un secuestro, en las que hay una interpretación inadecuada de datos que García Márquez conocía bien por su documentación con expertos en medicina forense.
“Al hablar de la muerte de Marina Montoya, por ejemplo, sostiene que se practicó una prueba de absorción atómica que habría descartado que ella hubiera ingerido barbitúricos poco antes de su asesinato, no obstante a que este tipo de prueba se empleaba para determinar residuos de disparo”, explica el docente.
Situación similar se presenta cuando el Premio Nobel hacía referencia a los procesos de descomposición de los cadáveres, en la medida en que aunque la literatura científica constata que tardarían tres días, la evidencia demuestra que este periodo podría variar según distintos factores, y en especial de la temperatura.
Nada de ello opaca el ingenio de una obra que Téllez conoce desde la publicación de Cien años de soledad, cuya lectura –casi clandestina e incompleta en el primer contacto que tuvo con el libro en la biblioteca de su padre– terminó asombrándolo pese a que por aquella época tenía escasos seis años de edad, y a cuya lectura crítica ha dedicado buena parte de su vida.
(Por: Fin/JCMG/MLA/LOF)N.° 487