Política & Sociedad
Iepri presentó novedades editoriales
Una iglesia con múltiples discrepancias frente a la salida negociada, pero que nunca trascendieron por su obsesión de unidad; la prevalencia de un enfoque policivo ante el problema de las drogas, que se debe mirar como un desafío de salud pública; la imposibilidad de establecer un acuerdo social, hasta tanto no se proscriba el conflicto armado, son algunas de las temáticas tratadas en cinco nuevas publicaciones del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (IEPRI).
Bogotá D. C., 27 de julio de 2016 — Agencia de Noticias UN-En el caso colombiano, se buscó prohibir por completo el cultivo de coca en 1930. Del libro Remedios nocivos.


El padre Fernán González, del Cinep y prologuista de la obra, presentó el libro de Laura Ramírez, quien cursa estudios doctorales en México.


Los cinco nuevos libros, publicados con el sello Debate de Penguin Random House Grupo Editorial, fueron presentados en la Librería Lerner.


Escritos por investigadores y docentes, estos libros contextualizan y reflexionan sobre dos de las principales problemáticas que han marcado el pasado reciente del país, el conflicto armado y las drogas ilegales, desde distintos enfoques.
Es así como aparecen ejes temáticos que son a su vez ‘vasos comunicantes’ en torno a ese par de problemáticas: el Plan Colombia, el episcopado colombiano y los grupos ilegales, las guerras sobre las cuales se ha edificado la Nación, la violencia en las ciudades y el tejido social.
Las publicaciones
Solo los acuerdos o contratos sociales pueden surgir a partir de la confianza entre los diferentes agentes sociales, por la existencia de unos proyectos comunes que surgen en comunidad. Sin embargo, La guerra y el contrato social en Colombia, del sociólogo e historiador William Ramírez Tobón, muestra cómo la historia de las guerras en el país ha hecho que tales contratos sean una figura sin sentido.
Remedios nocivos. Los orígenes de la política colombiana contra las drogas, del economista y magíster en Filosofía de la U.N. Andrés López Restrepo, pone al descubierto que, si bien la alta potencialidad de las drogas, justamente por esa naturaleza (debido a los desarrollos de la química), dan pie a que estas necesiten ser reguladas, no necesariamente debe hacerse teniendo en cuenta lo que dicen los funcionarios policivos, sino más bien por los principios de salud pública, teniendo en cuenta también las necesidades de los consumidores.
El libro también pone de presente las medidas alternativas que en algún momento fueron desechadas, las cuales hubiesen podido ser más humanas, pero a la vez mucho más eficientes en términos de la regulación que se buscaba. “Lamentablemente, la comunidad internacional y Colombia misma, durante muchas décadas, dejaron de lado los estudios que trataban de entender por qué la gente se hacía adicta y se enganchaba a las drogas. Además, olvidaron los estudios que buscaban entender las aplicaciones como paliativos en la medicina que podían tener estas drogas, como actualmente lo está advirtiendo la política de legalización de la marihuana”, explicó Andrés López.
El plan Colombia. La intervención de los EE. UU. en el conflicto armado colombiano (1998-2012) evidencia, en palabras de su propia autora, Diana Marcela Rojas, que la postura del país norteamericano fue en todo caso un modelo de intervención, concebida de manera distinta a como históricamente se le ha atribuido.La intervención tradicional de este país en el algún otro Estado había sido vista como propiciar el derrocamiento de un gobernante y poner uno afín a sus intereses.
El texto de la investigadora muestra cómo, a través de una reformulación de las reglas de juego incentivadas por los EE. UU., se involucra en la política al considerar que, por efectos del narcotráfico, provoca una institucionalidad débil o frágil, la cual implica la generación de una serie de amenazas en seguridad, no solo en el ámbito regional, también para los estadounidenses.
Carlos Mario Perea, autor del libro Vislumbrando la paz, violencia, poder y tejido social en ciudades latinoamericanas, retrata cómo el poder criminal, en buena medida constituido por el narcotráfico, se construye y consolida en los centros urbanos.
Tal consolidación, afirmó el investigador, y su incidencia ha producido “segregaciones de nuevos cortes y exclusiones de nuevas naturalezas, que hacen que las inversiones públicas tengan que estar de cara a las distintas maneras de tramitar con estos conflictos”.
También, presenta múltiples ejemplos de ciudades latinoamericanas como Rio de Janeiro (Brasil), Medellín, Ciudad Juárez (México), o localidades de El Salvador, Guatemala y Honduras, entre otras, donde se configura una dominación territorial violenta, en esencia porque la dinámica del narcotráfico empieza a “participar de la vida cotidiana de las ciudades y permanece como un actor más que determina el curso completo de las vidas urbanas”.
Según el profesor Perea, pese a que muchas ciudades de Latinoamérica no han pasado por un proceso de gestión del problema del narcotráfico, lo que se constata, incluso a través de pandillas o bandas menores, es que el narcotráfico está latente y ejerce un poder tan considerable que el mapa narcotizado de la región está conectado –de alguna manera- con un 70 % del territorio y un 80 % de la población. Así, “el problema de la paz no es un problema exclusivo de Colombia, sino latinoamericano”.
Finalmente, la investigadora Laura Ramírez, en su libro Entre altares y mesas de diálogo. El episcopado colombiano en los acercamientos de paz con grupos armados ilegales (1994-2006), muestra a un actor (la iglesia) activo, heterogéneo y cambiante, que experimentó unas tensiones muy profundas en su seno frente a la concepción de las salidas al conflicto. Además, se marcaron muchas diferencias entre el obispado que siempre había estado en las ciudades y el que ha cumplido su labor pastoral en las zonas rurales, principalmente las más azotadas por la guerra interna colombiana.
(Por: fin/HEVC/dmh/APBL)N.° 183