Desarrollo Rural
Densidad poblacional pondría en riesgo chagras de la Amazonia
La sostenibilidad de este sistema de policultivo de rotación, tradicional en las culturas indígenas del Amazonas, correría peligro por la alta densidad poblacional de los resguardos.
Bogotá D. C., 23 de julio de 2018 — Agencia de Noticias UN-Miguel David Fajardo Cano, magíster en Estudios Amazónicos de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.) Sede Amazonas, tomó como caso de estudio el resguardo indígena de San Sebastián, en el municipio de Leticia, la comunidad indígena más pequeña del Amazonas, con una población de 732 habitantes –según el censo realizado por la Gobernación en 2017– asentadas en un territorio de 58 hectáreas.
Según su investigación, la división de las 38 hectáreas disponibles para las chagras entre las 183 familias le deja a cada una un espacio disponible de cerca de 0,32 hectáreas.
Este panorama es muy diferente al que se vivía en 1982, cuando se creó el resguardo; entonces la población era de alrededor de 100 personas de 12 familias, cada una de las cuales tenía cerca de cinco hectáreas para cultivar.
Las chagras, que representan la principal fuente de alimento para las 183 familias del resguardo, varían su tamaño según la disponibilidad de espacio que tienen las comunidades. En general su extensión va desde media hasta una hectárea por familia, explica el investigador, aunque advierte que se dan casos en que una familia tiene hasta cuatro chagras en producción que están rotando constantemente.
En esta rotación, la chagra pasa de una fase de producción, en la que las plantas cultivadas agotan los nutrientes del suelo, a una de reposo, que idealmente debería durar unos cinco años para que el terreno se recupere.
Se trata de un proceso fundamental si se consideran los problemas de infertilidad que caracterizan los suelos del Amazonas y las deficiencias de los terrenos de la comunidad en nutrientes como fósforo, potasio y calcio, al parecer debidas al sobreuso.
“Como quedan con espacios tan pequeños cada vez tienen que hacer las rotaciones más rápido, porque las plantas agotan el suelo en menor tiempo. La densidad poblacional ejerce una presión sobre el espacio”, asegura el investigador.
Posibles soluciones
Para resolver el problema de espacio, la comunidad ha emprendido dos estrategias: cultivar fuera del territorio del resguardo en predios alquilados por un terrateniente, e implementar abonos orgánicos tradicionales elaborados a partir de palos podridos, ceniza resultante de la quema de las chagras, y en general materia orgánica de los mismos cultivos que la comunidad considera beneficiosos para mejorar la producción.
El investigador también evalúo la efectividad de este abono y propuso dos más: uno fosfatado hecho a partir de residuos de pescado, el cual suple las necesidades de fósforo y calcio del suelo, y un compost vegetal, que contiene altos niveles de potasio.
Los tres abonos se evaluaron en plantas de maíz y los resultados mostraron que el abono tradicional que la comunidad estaba usando no aportaba los nutrientes suficientes para mejorar la producción y ayudar a mantener el sistema de chagras.
Por el contrario, los dos métodos planteados por el investigador –el compost vegetal y el abono fosfatado– tuvieron muy buenos resultados en cuanto a nutrientes y crecimiento de la planta de ensayo.
Sin embargo, por la facilidad de elaborar y almacenar el compost vegetal, frente a las incomodidades que puede generar el mal olor de los residuos de pescado utilizados en el abono fosfatado, se concluyó que el primero es la mejor opción para ayudar a recuperar el suelo de las chagras.
(Por: fin/ALP/MLA/LOF)N.° 926