Artes & Culturas
BoJack Horseman refleja trastornos afectivos de sus creadoras
Las imágenes de enfermedades mentales que aparecen en esta serie de televisión, con alto rating internacional, serían un reflejo de los trastornos de las mismas creadoras.
Bogotá D. C., 05 de noviembre de 2020 — Agencia de Noticias UN-Jenny Paola Ortega analiza a varias mujeres creadoras a partir de entrevistas y relatos sobre sus enfermedades. Fotos: Capturas de la serie.


La serie tiene un contenido fuerte, abierto, sobre distintos trastornos afectivos reflejados en varios personajes.


A esa conclusión llegó Jenny Paola Ortega en su investigación para la Maestría en Estudios Culturales, de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), al analizar esta serie que alcanza un rating de 8,7 sobre 10 según la base de datos en línea Internet Movie Database (IMDb) y el 93 % en Rotten Tomatoes, un sitio web estadounidense de revisión y reseñas para cine y televisión. Además ha recibido críticas halagadoras de medios como The Guardian y The New York Times, y ha sido recomendada por El País de España.
En la serie, BoJack Horseman, un caballo con cuerpo humano, depresivo y alcohólico, vive de los grandes momentos del pasado cuando alcanzó la cima de la fama gracias a un show de televisión famoso en los noventa. Años después empieza a ver cómo todo ese mundo se ha desmoronado y sus relaciones sociales con amigos y parejas se llenan de conflictos, problemas de crianza, abuso de sustancias alucinógenas y enfermedades afectivas.
La magíster Ortega hace una configuración de las imágenes sobre enfermedades mentales que ocurren en la serie, a las que define “dentro de temas específicos como el de la búsqueda de la felicidad, tal y como lo plantean ciertas corrientes filosóficas, entre ellas el nihilismo y el existencialismo”.
Explica además que “los personajes reflejan su depresión, ansiedad y ganas de encontrar de diversas maneras un significado a sus estados de ánimo: Todd intenta no pensar en sí mismo o en su identidad, y es solo al final de la cuarta temporada cuando logra aceptar algo propio: su asexualidad; Secretariat se suicida cuando le prohíben competir y se entera de la muerte de su hermano, y Mr. Peanutbutter acepta lo absurdo, se suscribe a la segunda posición del existencialismo diciendo: ‘el universo es un vacío cruel e indiferente. La clave para ser feliz no es una búsqueda de significado. Es solo mantenerte ocupado con tonterías sin importancia, y eventualmente estarás muerto’”.
Uno de los puntos clave de la investigación es el reflejo de estas enfermedades que les imprimen las mujeres creadoras a la serie. Por ejemplo, después de soltar una risa nerviosa, Lisa Hanawalt, ilustradora, productora y coordinadora de diseño, se muestra en un festival como “una artista terrible, perezosa y sin talento”.
“Lisa explica que sus momentos creativos casi siempre están motivados por la ansiedad, o surgen de ella. Las emociones negativas y la parálisis emocional, similares a los famosos bloqueos de los escritores, la hacen pensar que su trabajo no vale la pena”, analiza la magíster Ortega.
Kate Purdy, escritora de la serie, se aterrorizó cuando en la universidad el médico le dijo que sus ventrículos cerebrales estaban agrandados; luego, gracias a un artículo, pudo ver que ese diagnóstico tenía relación con la esquizofrenia, con el agravante de que esa enfermedad la habían sufrido su abuela y dos tíos abuelos.
Purdy cuenta que en un capítulo de la serie el equipo de escritura y animación debió investigar acerca de la demencia: “hablamos mucho sobre nuestras propias experiencias en la sala y comparamos cómo funcionan nuestros recuerdos”, mencionó.
Trastornos y arte
Tal vez la forma en la que se tratan estas “enfermedades afectivas” –como prefiere llamarlas el profesor José Manuel Calvo, psiquiatra de la UNAL– sea uno de los pilares que hacen tan exitosa esta serie animada para adultos. Él analiza el comportamiento que han tenido distintos artistas sobre sus enfermedades afectivas y las divide en dos grupos: depresivas y de bipolaridad.
Además reconoce que “es difícil que un artista sea bueno o reconocido por su enfermedad; cuando la gravedad o la severidad de esta no es incapacitante el artista canaliza esa creatividad propia de su genialidad, de su expresión plástica, sea escritor o músico o pintor”, observa el profesor Calvo.
Agrega que “los trastornos mentales son comunes en el arte y en la creación, el consumo de sustancias y de alcohol hoy en día está ligado a algunos autores connotados que consideran el abuso o la dependencia del alcohol como parte del espectro bipolar, que es una variante de las enfermedades afectivas. El consumo es del espectro bipolar, como si tuvieran en el trasfondo cierto componente afectivo que alivia, aunque esto es debatible y muy polémico”.
Sin duda, el elemento que hace que muchas personas se sientan identificadas con varios personajes es la capacidad precisa y excelente de canalizar diferentes trastornos en una serie que parece tierna, de animación.
(Por: fin/SRB/MLA/LOF)N.° 181