Medioambiente
Alta montaña en el Valle, entre la protección y la subsistencia
En el marco del posacuerdo, estos territorios –de alto potencial natural, pero también con presencia de actividades socioeconómicas de impacto ambiental negativo– se deben ordenar de manera más sostenible para conservar su patrimonio cultural y natural.
Palmira, 18 de agosto de 2020 — Agencia de Noticias UN-La investigación buscaba analizar los recursos naturales y las actividades económicas de estas zonas en pro del ordenamiento territorial. Fotos: Grupo de Investigación Prospectiva Ambiental – UNAL Sede Palmira.


Esta idea fue planteada en la investigación “Estructura ecológica principal: dualidad entre la protección y la subsistencia. El ordenamiento territorial en el marco del posacuerdo. Caso: municipio de Palmira, Colombia”, en la que participaron las estudiantes de Ingeniería Ambiental Viviana Pérez Sierra y Laura Alejandra Lemus Quevedo, y la profesora María Victoria Pinzón Botero, de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira.
La investigación se realizó dentro del proyecto “Escuela de pensamiento ambiental permanente universitario. El posacuerdo como oportunidad para una nueva relación entre la sociedad y su patrimonio natural y cultural. Palmira, Valle del Cauca”.
Según la profesora Pinzón, una de las principales preocupaciones de su grupo de investigación fue saber qué pasaba con la vulnerabilidad ambiental en las zonas de alta montaña, teniendo en cuenta las dinámicas que planteó el Acuerdo de Paz en 2016.
Por ello fueron pilares de la investigación temas como la biodiversidad, los instrumentos para ordenar ese territorio, la cultura campesina, los páramos, los servicios ambientales, la presencia institucional y la gobernabilidad.
Otro factor a tener en cuenta es que antes del Acuerdo el ordenamiento territorial se hacía especialmente “desde el escritorio”, debido a limitaciones de acceso y a la ausencia del Gobierno en estas zonas. Cómo implementar este ordenamiento y cómo hacerle seguimiento y control se sumaba a los interrogantes planteados.
Para el análisis se eligieron como territorios de estudio las zonas de alta montaña de Toche y Combia, en Palmira (Valle), y se hizo mediante variables territoriales, servicios ambientales y fragilidades para el ordenamiento territorial de alta montaña.
En la investigación fue fundamental el trabajo conjunto de investigadores, docentes, estudiantes e instituciones y autoridades ambientales, junto con las comunidades de Toche (407 habitantes) y Combia (388 habitantes), con sus respectivos líderes.
La dinámica con la comunidad permitió establecer equipos de trabajo conjunto para realizar diferentes actividades con los habitantes de estas zonas (conversaciones, retroalimentaciones, talleres y cuestionarios) y con las instituciones (mesas técnicas), las cuales propiciaron el complemento de información clave, además de las visitas de campo.
Entre los resultados más importantes se cuentan la caracterización del perfil socioeconómico de la población de alta montaña y la identificación y estado físico ambiental de la estructura ecológica principal.
En cuanto al perfil socioeconómico, se estableció que más del 70 % de la población está entre los 27 y 59 años, pero su nivel de escolaridad es el más bajo; el 50 % de la población adulta solo tiene educación primaria y la educación superior es casi inexistente. Otro aspecto significativo es que, sobre todo en Combia, hay muchos predios rurales con menos de 100 m2, y después de aplicar un cuestionario se evidenció que solo la mitad posee una pequeña huerta familiar, árboles frutales, y en menor número maderables y ornamentales.
En cuanto al segundo aspecto de las conclusiones, se reconocieron potenciales naturales y culturales de estas zonas –como paisaje, biodiversidad, clima y cultura campesina–, y vulnerabilidades como las pendientes, la pérdida paulatina de la biodiversidad y población con necesidades básicas insatisfechas.
También se evidenció un déficit de vegetación y problemas de deforestación, que hacen a estas zonas altamente vulnerables. Esto también se da por necesidades de subsistencia y de posesión de la tierra, pues existen actividades de agricultura y ganadería.
Es importante entonces continuar el trabajo conjunto para tener un manejo eficiente de los recursos y se deben reorientar las prácticas socioeconómicas con formas más amigables con el ambiente, bajo lineamientos de conservación, de protección y de equilibrio.
Además se deben motivar alianzas entre los pequeños vecinos y los grandes tenedores de tierras para propiciar una colaboración mutua, e intervenir las franjas de protección hídrica y la estructura ecológica principal de las zonas de alta montaña con prácticas educativas y programas de reforestación con especies nativas.
Por último, la profesora Pinzón señala que es necesario promover los servicios ambientales y las formas de potencializarlos: reconocer las fragilidades y mitigar sus efectos para la salud y el bienestar general del territorio.
(Por: fin/PAGA/MLA/LOF)N.° 817