Ciudad & Territorio
Alertan a emberas sobre riesgos de avalanchas y deslizamientos
En el resguardo Karmata Rua, ubicado en Jardín (Antioquia), se identificó hacinamiento, desgaste del suelo y viviendas vulnerables a derrumbes de rocas y avalanchas.
Bogotá D. C., 04 de mayo de 2017 — Agencia de Noticias UN-Al respecto, un proyecto de extensión solidaria de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.), liderado por Luis Carlos Agudelo, profesor de la Escuela de Planeación Urbano-Regional de la U.N. Sede Medellín, plantea una serie de propuestas a las autoridades indígenas con el propósito de que implementen las que consideren más adecuadas para mitigar dichas problemáticas.
Durante el II Seminario Internacional Ordenamiento y Proyecto Territorial, el profesor Agudelo mencionó que uno de los ejes principales de la estrategia fue la identificación de los predios en los que se pueden construir nuevas viviendas y de aquellos en los que es necesario un reasentamiento de la comunidad.
Esto se debe a que existe un riesgo geológico latente de avalanchas y derrumbes por el desgaste o la erosión del suelo –se trata de una tierra muy trabajada a lo largo de la historia– y porque es un lugar muy lluvioso: la precipitación es de 3.000 mm al año, por lo que se tendría que usar un tanque de 2,5 m de largo para recoger toda el agua.
Según el profesor, las viviendas no pueden sobrepasar los dos pisos, porque de lo contrario se arriesgan a hundirse o derrumbarse, pues el suelo no aguanta más carga. Además, en esta zona urbana se debe prohibir la ganadería y la implementación de pozos sépticos o lagunas de oxidación, un tipo de tratamiento de las aguas servidas.
Con estas estrategias también se busca solucionar el problema del hacinamiento: “estamos hablando de 492 familias asentadas en un área de 391 hectáreas y con solo 352 unidades de vivienda; es decir, hay casas en las que viven hasta tres o cuatro familias”.
Asimismo, el proyecto de ordenamiento territorial estipula la identificación de nuevas zonas de uso agrícola –específicamente para cultivos como café, plátano y yuca– que reemplazarían a otras ya desgastadas.
Además, reconoce varias áreas que se podrían incorporar a los territorios sagrados por su alto valor ecológico. En dichas zonas queda vedado el establecimiento de viviendas y la ejecución de actividades como la minería.
Los académicos llegaron a estas propuestas tras reunirse en varias ocasiones con las autoridades indígenas, organizar talleres con diferentes sectores sociales, analizar la información recopilada y socializarla con la comunidad.
“De esta manera, concretamos un diálogo de saberes y, mediante un proyecto de ordenamiento territorial, les ayudamos a comprender las nuevas problemáticas urbanas a las que se están enfrentando. No proponemos soluciones definitivas, sino estrategias sobre las cuales el cabildo decidirá.
Un asunto cultural
Con la figura de los resguardos, los indígenas se enfrentaron a un nuevo escenario social, económico y cultural: tener que vivir más cerca entre ellos en un territorio más pequeño y establecerse de manera definitiva en un lugar, consolidando un modo de vida urbano.
En dicho contexto, se fueron acostumbrando a nuevas problemáticas como la distribución de las viviendas, la adecuación de alcantarillados y el suministro de agua.
Según el profesor Agudelo, para ellos aún no es claro el concepto de riesgo o amenaza natural. “Ni siquiera en su lengua existe la idea de que la naturaleza amenaza. El problema es que sí hay hogares que están altamente expuestos a los riesgos geológicos”.
Este seminario es organizado por la Maestría en Ordenamiento Urbano-Regional de la Facultad de Artes de la U.N. Sede Bogotá.
(Por: fin/JFMM/dmh/MAFB)N.° 696